“Se puede vivir sin música,… pero no tan bien”. Con este eslogan te recibe la Escuela de Música “Antón García Abril” de Teruel y la Asociación Banda de Música Santa Cecilia, responsable de su gestión.
La música forma parte de nuestras vidas. Desde que nacemos, aunque tengas unos padres incapaces de entonar con un mínimo de melodía, como he sido yo con mis hijos, recibimos sus cantos para tranquilizarnos, darnos confianza en nuestra inseguridad, hallar un impulso para seguir creciendo. Nuestra adolescencia y juventud encuentra en las canciones la manera de pararnos a pensar y sentir, dentro de ese alocado periodo en que la velocidad de nuestro ritmo a veces puede llevarte al vértigo. Siempre encuentras en ella motivo para emocionarte. Y no olvidemos que el encuentro con la música, de una u otra manera, favorece socializarnos, encontrando amigos unidos en torno a una estrofa.
Si de algo me arrepiento es de no haber comenzado antes las clases de música. Emprendí esta experiencia a los 54 años, hoy tengo 57. Lo hice porque encontré un lugar donde se disiparon los miedos, ese lugar es la Escuela de Música Antón Garcia Abril de Teruel.
He comenzado de nuevo a aprender a leer, ahora notas musicales. De esa lectura extraer melodías. Todavía hoy soy casi analfabeto, deletreo como niño pequeño su primer cuento, sin apenas entender el significado de la partitura. Los profesores te motivan a seguir, a comenzar el desafio de montar y acariciar el instrumento, el clarinete en mi caso, soplar haciendo vibrar la caña y dejar que el flujo del aire que circula por su interior, atrapado en la madera, escape por uno u otro hueco, que cierran o abren las yemas de los dedos según lees las notas, para escuchar la música. No soy capaz todavía de mantener el ritmo, pero disfruto del momento, sintiéndome protagonista al ver como los signos de la partitura se traducen a través del instrumento en sonidos. Esta experiencia se la debo los profesores de esta Escuela de Música, que con paciencia me muestran el camino.
También he encontrado felicidad, en los momentos de espera en las salas antes de entrar en clase, ese ambiente enriquecedor de los alumnos practicando en cada una de las aulas, con esa gran diversidad de instrumentos. El antiguo matadero de Teruel donde se ubica la escuela, hoy es un sumidero acústico de ilusión, entrega y trabajo .
Este año la ciudad Teruel, en el cuarenta aniversario de constitución de la Banda de Música de Santa Cecilia, le ha concedido el recocimiento de ser mantendedores de sus fiestas mayores. Nunca más aceptada la decisión. Somos muchos los ciudadanos que nos beneficiamos de este proyecto como alumnos, y muchos más los que tienen la oportunidad de disfrutar en los actos públicos, conciertos y actuaciones, organizados a lo largo del año. Cuando escuchas a la BANDA, la SINFÓNICA, la CAMERATA, el CORO, la BIG BAND, los ENSEMBLES, los GRUPOS DE MÚSICA TRADICIONAL -y no los escribo con maýusculas por error-, compruebas el alto nivel alcanzado tras esas décadas de existencia formando alumnos. Sus actos impregnan de vida cultural a esta ciudad.
Os lo recomiendo. Y si sois de Teruel, no perdaís esta oportunidad de poder cumplir un sueño: ser músicos, o disfrutar en el intento de aprender a serlo. En esta Escuela encontraréis la ayuda que necesitáis, desde los profesionales dedicados a mantenerla viva.
Ayer nos los dijo Jesús Cifuentes, vocalista de Celtas Cortos, al terminar el concierto que junto a la Banda de Música Santa Cecilia de Teruel ofrecieron en el Parque de los Fueros: «cuidad este tesoro que tenéis en esta ciudad».