SOLITARIOS EN LA PARAMERA DEL SISTEMA IBÉRICO

Las Hoyaltas en la Sierra del Pobo (Teruel)

Lomas sin sombras donde protegerse del plomizo sol de agosto.

Sin abrigos para guarecerte del helado cierzo en enero.

Ásperas calizas, que como esponjas absorben el agua dejando paisajes torridos.

Suaves arcillas bajo el escarpe, donde enraíza fina hierba.

Bloques de piedras fracturadas por el hielo deslizándose como ríos por la pendiente.

Julio marchita las flores llegadas con la primavera. Al tiempo que el espliego se suma a la ajedrea y al tomillo para inundar de olor el campo.

Querencia del águila real. Se impone planeando sobre las laderas en busca de presas, como la tímida liebre que también vive en estos llanos. De ella es hija el lebrato que hoy hemos sorprendido encamado junto a la base de uno de los pilones del camino de la lana.

Hogar estival del roquero rojo.

La casa de la curruca carrasqueña localizada entre las matas de sabinas, guillomos, espinos, donde se ocultan. Arbustos que se extienden dispersos por la ladera sobre una alfombra de gayuba.

Allí donde para San Jorge eclosionan decenas de la mariposa erebia primaveral y para San Juan cientos de las apolo se posan en sedum y cardos durante el escaso mes que la vida les da.

Espacio donde, si hubiera, viviría un felino de montaña. Enriscado entre las rocas del farallón esperaría pacientemente el momento en el que acosar a una presa con la que alimentar sus cachorros.

Al que sólo divisaría el pastor, que cada verano acudiera con su ganado a esos pastos altos. Pastos que ahora se embastecen por que las ovejas no llegan.

Solitarios, los curtidos por los años y también aquellos frágiles cuya vida esta por llenar, buscando su lugar en el mundo encuentran aquí el templo donde meditar.

Deja un comentario