OTOÑO

De nuevo llega el otoño. Ha tardado en llegar hasta estos días de noviembre y lo la hecho con frío. Un cierzo helador solo calmado al resguardo en abrigos soleados.

Las hojas tapizan el suelo que pisamos. Algunos chopos todavía conservan tonos amarillos en sus ramas y los álamos temblones han cambiado el rojo intenso por un ocre preludio de los días en que quedará completamente desnudo.

Bandas de escribanos y pinzones escapan de nuestra presencia desde los espinos y rosales donde se han reunido para robarles sus frutos rojos. Y sin embargo en mi recuerdo de mi pasado, tengo la impresión de que al paisaje le faltan pájaros, aquellos enormes bandos de fringílidos que lo adornaba y con sus cantos llenaban el vacío del campo. Quizás todavía no han llegado los grupos invernales de centroeuropa, apenas se ven zorzales.

No obstante esta apreciación me inquieta. Y me viene a la memoria el libro de «La Primavera Silenciosa» de Rachel Carson.

El retraso de España al mundo desarrollado e industrial ha permitido la conservación de una naturaleza rica en biodiversidad. La llegada de la modernidad a finales del siglo XX y en el que estamos, debería hacernos reflexionar y con los conocimientos actuales no cometer los errores que llevó a otros lugares a una simplificación de la vida.

Con la calma que nos aporta el otoño seguimos la Cumbre del Clima de Gasgow (COP26). No renunciamos a la esperanza en que todos logremos ese cambio que el Planeta necesita para sobrevivir.

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