
Diciembre ha llegado arrastrando el invierno. Un anticiclón anclado en el ártico provoca que continuos frentes de borrascas procedentes del Océano Atlántico vayan barriendo la península ibérica uno tras otro. Nos han traído algo de agua y mucho frio.
Hoy día 6 se abre una ventana en el cielo que suaviza las temperaturas y aleja la lluvia . En España celebramos en este día la aprobación de la Constitución de 1978, un día para reflexionar en la necesidad de aunar esfuerzos por hacer país velando por el interés general, alcanzar consensos surgidos del debate y la reflexión, alejados de la confrontación. Sin embargo el ambiente político en el país es un ácido capaz de romper la convivencia.
Aprovecho para recorrer el PR TE 147 «Ruta de los cinco altos», recientemente inaugurado en Monteagudo del Castillo (Teruel). Un sendero circular que transita por los pinares de Monteagudo, Gudar y Cedrillas, bordeando por los altos «La Salobreja» y el monte de utilidad pública Nº 77 “El Saladar”, en donde recientemente se ha desarrollado un plan ordenación forestal e iniciado los trabajos de extracción de madera.
Estos pinares no son bosques centenarios. Probablemente en esta zona de montaña mediterránea los pinares sean la vegetación potencial capaz de vivir en un medio con una climatología de extremos, con escasa precipitación y en un sustrato geológico áspero y muy permeable de calizas aflorando en superficie.
Apenas encontramos árboles viejos. A lo largo de siglos la actividad humana, ganadera y forestal, ha robado terreno al bosque. Quedan salpicados algunos grandes pinos, son hitos mostrándonos el modelo adehesado en que quedaron estas tierras. Árboles “padre”, que al cesar la presión humana, en gran parte motivada por el éxodo rural de la segunda mitad del siglo XX, han proporcionado las semillas para explosionar el joven pinar que hoy observamos, junto a alguna repoblación forestal realizada no hace más de sesenta años: un reclutamiento de pinochos apretados que se disputan los nutrientes a la espera de alguna perturbación que libere tanta competencia que paraliza su crecimiento.
La ordenación del monte siguiendo la normativa forestal promueve un uso sostenible del territorio. Sigue un proceso de participación pública en el que los diferentes intereses de los recursos del territorio -ganaderos, agrícolas, apícolas, micológicos, paisajísticos, turísticos, cinegéticos, forestales… – intervienen para definir el futuro que quieren, en el que claramente va a tener un protagonismo fundamental el propietario del monte. El objetivo es alcanzar una sostenibilidad en la gestión forestal. Obtener una madera de calidad, con certificado de sostenibilidad que incremente su valor, pero sobre todo sea garantía de mantener en el futuro los recursos, así como la conservación de la biodiversidad y la recuperación de un paisaje.
Las cortas ya iniciadas en los últimos años, han dejado un pinar menos denso en el que todavía puede apreciarse el impacto de la extracción de madera, algo inevitable, pero que no deja de ser puntual en un ecosistema con una alta resiliencia, como queda patente hoy tras su recuperación después de años de intensa presión en su aprovechamiento. Pasaran bastantes décadas hasta que estos rodales vuelvan a ser talados. También para que los rodales que se dejan sin actuar en el monte se consoliden como testigos de asilvestramiento y naturaleza viva. Al igual que los pies, que se ha decidido no cortar para que envejezcan, ofrezcan en su senectud el hábitat donde nidifiquen multitud de especies forestales de los diferentes reinos de la vida. Si se mantiene este criterio a lo largo del tiempo, las generaciones futuras sí que podrán disfrutar de convivir con bosque maduros.
Un comentario sobre “RUTA DE LOS CINCO ALTOS, ENTRE PINARES”