
En la ladera de la zona residencia de El Pinar, orientada al sol de la mañana. Desde donde se divisa la parte occidental de la ciudad de Teruel con un perfil longitudinal marcado por las siluetas del Seminario, el convento de las Carmelitas, las Torres Mudéjares de San Martin y El Salvador, el Paseo del Ovalo y el Viaducto. Sobrevive una vetusta Encina.

Es la única Carrasca de ese tamaño que conocemos en el entorno. La Muela de Teruel conserva pies de Sabina albar a lo largo de su perímetro, pero no es hasta llegar a su vertiente occidental, caminando hacía El Campillo, cuando encontramos un frondoso carrascal, compartiendo hábitat con sabinas albares. De él se obtenía la leña para el hogar y de sucesivas cortas para leña hoy rebrotan fustes desde los tocones y las raíces. Es la maquia, árboles muy densos con porte de arbustos, que cierra el paso de quien se adentra hacía su interior. El resto de esta elevación plana es tierra de cultivo de cereal con una impresionante morfología en su vertiente sur, de paredes verticales donde alternan estratos de calizas blancas y arcillas rojas, que caen en vertical hasta cárcavas de arcilla. Un paisaje visionado multitud de veces en revistas de viaje y programas de televisión con el título del «oeste turolense». Y el fondo del valle, modelado por el río Guadalaviar históricamente han sido huertas, que hoy desgraciadamente desaparecen por la paulatina extensión del monocultivo del panizo.

La Encina (Quercus ilex) es un árbol emblemático de la Península Ibérica. Encontramos dos subespecies, Ilex y Ballota. A esta última variedad pertenece este ejemplar. Quercus rotundifolia tiene su área de distribución a lo largo de la Cordillera Ibérica turolense. Es debido a que soporta mejor el clima continental, donde las diferencias de temperatura son más acusadas, con fuertes heladas y sequias prolongadas. Durante los últimos siglos ha sido la fuente de energía de los hogares con el aprovechamiento de su leña, pero si nos remontamos a tiempos anteriores la bellota era la base alimenticia de las poblaciones ibéricas, hasta que la patata llegada de américa se populariza en la alimentación humana del continente europeo. Es precisamente el freno a su aprovechamiento intensivo, ocasionado por la aparición de la bombona de butano en las cocinas y el gasóleo en las calefacciones, lo que ha originado su explosiva regeneración en las últimas décadas, razón por la que son conocidos estos chaparrales como «butaneros».
Es difícil conocer el responsable de que este viejo árbol siga en pie. A su alrededor observamos, salpicados por la ladera allá donde la sombra de su copa no llega, jóvenes pies que han brotado de la germinación de bellotas dispersadas por picarazas, arrendajos, ratones y ardillas, a raíz de esa costumbre de enterrar algunos frutos como despensa para proveerse de comida durante el invierno.
Tampoco somos capaces de hacer un análisis de la extensión del encinar en la Hoya de Teruel y en que momento pudo comenzar su regresión hasta quedar únicamente estos ejemplares bioindicadores. Ni renunciamos a la hipótesis de que fuera plantada por la mano del hombre o llegará aisladamente una semilla en el pico de algún ave. La degradación del suelo por el continuo aprovechamiento de los recursos es responsable del paisaje que hoy observamos donde la arcilla, los yesos y caliza tapizan la superficie de un suelo donde apenas queda materia orgánica. Ello, unido al paulatino cambio climático donde las temperaturas se van elevando y las lluvias no sólo son menos frecuentes sino también más esparcidas en el tiempo con largos periodos de estrés hídrico a las plantas, dificulta el éxito en repoblaciones que pretendan devolver el bosque a estos espacios.

Acercarse hasta ella es un bonito paseo desde la ciudad, atravesando el río Turia por la reciente recreación del viejo Puente de Hierro. Cobijados en la base, sintiendo el latido de la sabia ascendiendo por su tronco, además de recibir la hospitalidad de su sombra nos ofrece, con esas magnificas vistas de la ciudad, un espacio donde meditar en el que reencontrarse con este lugar del mundo.


*Autora de las Ilustraciones: @aliciadenaraja Forman parte del proyecto «Paseos por Teruel», expuesto en el Espacio Luvitien durante la exposición «En las Distancias Cortas».
