PINO SALGAREÑO

Las sierras turolenses del Sistema Ibérico conservan bosques de pino salgareño (Pinus nigra subsp. salzmannii). La diferencia de esta subespecie con respecto a la subsp. nigra, presente en el área de los Balcanes, Austria y Norte de Italia, es la coloración más clara de las acículas, su mayor flexibilidad y la longitud, que puede llegar a alcanzar los 20-25 cm. en la población relíctica de la Sierra de Gredos.

Este árbol se adapta muy bien a la orografía calcárea de estas montañas, con un sustrato rocoso, en el que la raíz principal pierde vigor en favor de las secundarias, largas y potentes, que se anclan entre las grietas de las rocas.

La intensidad de su explotación forestal para atender a las necesidades de las poblaciones o al mercado, apenas ha dejado grandes ejemplares de una altura, que puede alcanzar los 50 metros con un diámetro del tronco de hasta 2 metros. Árboles longevos se han encontrado en Anatolia con una edad en torno a los 1.700 años. En España los datos aportados por Willkomm indican edades de 1.000 años para algunos ejemplares que encontró en la serranía de Cuenca en el siglo XIX.

En ocasiones al pasear por las sierras de Javalambre, Gudar, Maestrazgo, Albarracín o Els Ports de Beseit nos encontramos algún ejemplar aislado, muy conocido por la población local, con edades entre los 200 y los 500 años. Son hitos que nos indican el porte vigoroso de estos árboles, que constituyeron vigorosos pinares antes de ser sobreexplotados.

La conservación de estos viejos ejemplares no sabemos con certeza a que es debida. Suponemos en ocasiones a la voluntad de los propietarios por el arraigo que la familia tenía hacía ellos. En otras por una gestión en la que para disponer de grandes vigas de madera reservaban ejemplares que llegaran a este porte. También, como creemos que es el caso de los de la fotografía, en torno a las cañadas y vías pecuarias, con el fin de aportar sombra a las áreas de descanso se respetaban a lo largo del tiempo estos grandes árboles.

Allí donde existen, las poblaciones locales han señalizado rutas para llegar a estos gigantes. El camino hacía ellos nos adentra en un paisaje peculiar que poco a poco el abandono esta asilvestrándolo. La pérdida de las actividades tradicionales y el modelo de vida en torno a las masadas también esta dejando caer a estas en la ruina, perdiendo todos esta arquitectura peculiar del paisaje. Por mi parte no voy a dar la ubicación de los de la fotografía. Si bien el conocimiento de la sociedad de su existencia incide en garantizar su conservación, la masificación de las visitas en torno a ellos impactan en su conservación.

Las redes sociales facilitan la divulgación, y en el aspecto negativo favorecen la masificación de la llegada del turismo a lugares sensibles.

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