
Issoria lathonia
«El secreto no es correr detrás de las mariposas…es cuidar el jardín para que ellas vengan hacia tí» Mário de Miranda Quintana ( 1906 – 1994)
Estos días de diciembre, ya entrado el invierno, en los alrededores de la ciudad de Teruel, en los Mansuetos, he observado el vuelo de algunas mariposas como la Colias crocea y la Vanessa cardui, esta última probablemente estaba retrasando su viaje migratorio hacia el sur. Otro día, cerca del pueblo de Corbalán, volaba un imago al que no pude identificar por no permitirme un ángulo apropiado para observarlo claramente, pero era una Lasiommata megera o una Pararge Aegeria.
Algunas especies de lepidópteros son capaces de sobrevivir en los días fríos del invierno refugiadas en grietas de la corteza de los árboles o entre los huecos de las rocas. En los días soleados aprovechan las horas del mediodía para volar y posarse en algún punto orientado hacía el sol, donde abriendo las alas calientan su sangre fría.
Hoy veintinueve de diciembre. Son las doce del mediodía. Apenas una temperatura de ocho grados centígrados. No hace viento y el sol templa el un ambiente, pero no lo suficiente para deshelar la escarcha que permanece en las umbrías como una extensa alfombra blanca que cubre la superficie y las hojas de las plantas y los árboles, durante la noche la temperatura ha bajado varios grados de cero. La balsa permanece helada y bajo los cristales se transparentan nadando las bermejuelas, que permanecen activas a pesar del ambiente gélido. En Castelfrío, en la zona del Portichuello a escasos metros del transecto donde periódicamente realizamos un seguimiento y contamos mariposas, volaba un ejemplar, el de la fotografía, de Issoria lathonia.
Recurro a la guía de las mariposas diurnas de la Comunitat valenciana, para recoger datos que aportan sus autores, Sergio Montagud y José Antoñio Garcia, sobre esta especie.
La máculas de color plateado que exhibe en la superficie del reverso de las alas le hacen inconfundible para identificarla. El tamaño de la observada, considerablemente mayor que otros ejemplares vistos en otras ocasiones, nos induce a pensar que se trata de una hembra, que si no lo ha hecho ya, depositará sus huevos en la planta nutricia, aquellas del genero Viola, o si sobrevive al invierno lo hará en primavera tras aparearse con algún macho.
Esta mariposas vive en toda la Península Ibérica, también en el norte de África, Madeira, Islas Canarias, Oriente Medio, Asia Central y por el oeste de China llega hasta la India y Mongolia.
Aunque su hábitat preferido son zonas secas y expuestas de monte bajo y matorral, ramblas y barrancos, vive también en prados de montaña con flores. Curiosamente es una especie migrante que realiza desplazamientos largos, por lo que podemos encontrarnos con ella en cualquier parte, incluso en parques antropizados de pueblos y ciudades.
La especie se desarrolla en dos o tres generaciones anuales entre marzo y octubre, según la altitud. Las orugas se alimentan durante el día de las hojas de violeta y por la noche permanecen en reposo en el envés de las mismas. En unas tres semanas se desarrollan y cristalizan colgadas por el cremáster -pequeño gancho de quitina resistente que no se rompe y se convierte en una parte permanente de la carcasa de la pupa a medida que el insecto del interior se metamorfosea en la mariposa adulta-, en una rama u otro soporte. Llegado el invierno permanecen en hibernación bien como hueco, larva joven, crisálida o adulto, como el caso del ejemplar que hoy hemos encontrado.
