Cuando anochece, después de un largo día andando por el desierto,
el pueblo San se reúne en torno al fuego para escuchar a sus viejos,
que transmiten su cultura y su historia.
Siembran la semilla con la que perviven sus tradiciones.
Su convivencia con el lugar donde viven, con el resto de las gentes que habitan el desierto de Kalahari, es un ejemplo de respeto para conservar la naturaleza.
Su lenguaje es musical
como el semblante alegre de su rostro.
Los viejos hablan de los elefantes que les ayudan a encontrar agua bajo la arena.
También de los veloces guepardos que como ellos deben esconderse de los que llegan al desierto sin interés en comprenderlo.
Les muestran la necesidad de no molestar la víbora que puede enfadarse.
Pero sobre todo los abrazan
para sentirse unidos a la Tierra.
LA HITA 