
[En las comunidades biológicas naturales, con su gran diversidad de organismos, el flujo de la energía no es un proceso lineal simple con en el ejemplo hierba-vaca-hombre, sino que es un red compleja de flujos que se denomina red trófica.]
[Ya es hora de que nos hagamos mayores
Al igual que los productores y consumidores de la red trófica, la relación campo/ciudad es una relación de beneficio mutuo, ya que la ciudad obtiene del campo los bienes y servicios que sustenta su vida, el cual a su vez se beneficia de la riqueza y cultura que genera la ciudad. Por desgracia los dirigentes políticos no suelen comprender la interdependencia rural/urbana; constantemente se observan en el anfiteatro político acciones del campo contra la ciudad. Lo cual recuerda una riña de chiquillos por los juguetes y no es más que un exponente de inmadurez, primitivismo y cortedad de vistas del comportamiento político, especialmente cuando se considera lo madura y sofisticada que es la tecnología actual. Esperemos que nuestro sistema político llegue a la madurez antes de que se mate a todas las gallinas del campo que están suministrando los huevos de oro a la ciudad.]
Las anteriores son citas de Eugene P. Odum en su ensayo: Ecología: Bases científicas para un nuevo paradigma, publicado en España en 1992 por Ediciones Vedra
Estos días hemos visto renacer la vida en el campo. Tras varios años de extrema sequía, en los que la vegetación sólo pudo obtener recursos para sobrevivir, el agua caída durante el invierno y la primavera no sólo ha llenado los acuíferos y las fuentes han vuelto a surgir con un flujo que desbordaba la salida del líquido por el caño, los campos han explosionado con un verde intenso que se ha visto inundado de flores de diversos colores. Afortunadamente su gran capacidad de resiliencia le ha permitido volver a brotar cuando las condiciones ambientales han sido favorables.
Ya comienza a agostarse la hierbas en la zonas bajas, pero este año se ha cerrado el ciclo de la vida y los frutos constituirán una reserva, capaz de permanecer inerte hasta encontrar el tiempo en que germinar.
Ha sido una primavera alegre, y junto al intenso color del campo colorido hemos visto una esfervencencia de fauna, que hacía años que no observábamos. Aves cantando y volando en las parameras y en los bosque. Las liebres corriendo entre los herbazales. Aguilas y aguiluchos planeando en las lomas y los sembrados.
Enric Sala en su ensayo La naturaleza de la naturaleza. Por qué la necesitamos, publicado por Ediciones Ariel en 2022, nos explica por qué necesitamos lo salvaje:
[En 1949, Aldo Leopold escribía acerca de una ética de la tierra que «amplía las fronteras de la comunidad para incluir, el agua, las plantas, los animales; todo lo que conforma la tierra». Ahora sabemos que la comunidad comprende la biosfera entera: las tierras, los mares y hasta la atmósfera. Hemos aprendido suficiente sobre la naturaleza de la naturaleza para saber que todo ser vivo del planeta, vida donde vida, nosotros incluidos, está conectado de una manera compleja, inextricable. Por tanto, es hora de pasar de una ética de la tierra, más local, a una ética del planeta. Tenemos que experimentar lo mismo que los astronautas que ven el planeta desde el espacio y comprende que no tiene sentido basar nuestro comportamiento en unas normas aplicables solo a aquello que tenemos más próximo; debemos vernos como parte de un todo integrado, interconectado, interdependiente; y somos responsables de la totalidad del mundo natural. es nuestro imperativo moral.
Esto supondrá una transformación tan revolucionaria como el descubrimiento de que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés. La ética planetaria saca al ser humano del lugar en el centro del mundo donde él mismo se había situado y lo devuelve a una posición humilde y respetuosa como miembro de la biosfera. Dejamos de estar por encima del mundo natural y pasamos a estar en él. Nuestra inteligencia superior conlleva una gran responsabilidad, pero no nos da poder sobre el resto de las criaturas. Es hora de utilizar esa inteligencia, mezclarla con compasión y proteger el derecho a la existencia de todas las demás criaturas. La recompensa para nosotros será ese sentido de maravilla y sobrecogimiento que disfrutamos al vivir en este mundo diverso y hermoso.]

Los proyectos de recuperación de especies como el lobo, el oso, el lince, nos pudieran dar la impresión de que se dedica una gran cantidad de dinero para conservar sólo a estas especies singulares. Son especies bandera que ocupan el vértice de la pirámide trófica, y para sobrevivir precisan de recuperar toda su estructura, en la que sus proporciones esta vinculada directamente a la conservación de todos sus componentes. La sustenta una base, el suelo origen del buen funcionamiento del flujo de nutrientes de la red trófica.
El éxito de estos proyectos conlleva la confirmación de que no sólo se ha protegido a la especie en cuestión, su supervivencia implica que se ha recuperado el hábitat y el funcionamiento de los sistemas que mantienen activa la cadena trófica.

Al atravesar las carreteras que cruzan cultivos y bosques, también hemos observado las víctimas del tráfico. Y no son pocas. En muchas ocasiones inevitables, pero en otras tantas vinculadas a la falta de sensibilidad ante la vida por nuestra parte, porque podrían evitarse reduciendo la velocidad o tomando la decisión de frenar antes de atropellar a una liebre, a un pajarito, a una mariposa.
Son víctimas de un modelo de desarrollo, centrado en el crecimiento, incapaz de mirar las consecuencias que ocasiona al entorno y directamente a la supervivencia de las condiciones ambientales que nos sustentan. La decisión de llenar de aerogeneradores y placas solares el mundo rural, para obtener energía barata sin importar el coste, no sólo va cambiar el paisaje, también va a originar víctimas, entre ellas la desaparición del mundo rural que conocemos.
No nos engañemos, la transición ecológica para salvar al Planeta de los cambios que venimos ocasionando por la obtención de energía quemando combustibles fósiles, sólo puede llegar de las nuevas tecnologías reduciendo el consumo. Es difícil creer en la viabilidad de un crecimiento continuo en un Planeta que dispone de recursos limitados.
Seguir presenciando el vuelo del aguila liebrera (Aquila chrysaetos) o la llegada del lobo (Canis lupus) a los lugares donde vivimos, debe hacernos reflexionar. La vida silvestre, los paisajes naturales nos proporcionan el sentido de la vida. Ser capaces de compartirla con ellos es una garantía de equilibrio, y con él de futuro.
