
La pequeña Celia se puso a escalar el pico del Puig Major.
Como era tan pequeña no sabía gatear.
Si las manos no empujaban
no se podía avanzar.
Un caracol tomaba el sol en las rocas.
Con paciencia y con cariño
se puso a ayudar a la nena.
Le enseñó a compaginar manos y pies,
como si fuera un gatito
que a cuatro patitas va y viene.
Como aún le faltaba fuerzas para avanzar con su cuerpo,
el caracol la empujaba.
Celia y el Caracol compartieron la ilusión.
Celia y su amigo alcanzaron la cima del Puig Major.
