Nieva en mi ciudad.
Y se cubre de blanco sus calles teñidas de negro. El hollín del recuerdo de un pasado permanente que la enmudece.
Recupera su voz para quejarse. Culpabilizando en los demás su destino. Al que llegó caminando dócilmente, como acémila brutalmente cargada, engañada por anteojeras que le ciegan el camino, empujada por el dolor de la vara que golpea su costado.
Fue el miedo. El que sufre el pajarel cuando le roban la libertad y con un alfiler ardiente le ciegan los ojos para que no vea los alambres de la jaula donde no falta agua y comida. Su canto retumba en la casa sin que el dueño sepa que son estridentes gritos de dolor .