LA VIDA: UN REGALO

Martin pescador (Alcedo atthis)

De nuevo el COVID-19 ha cerrado perimetralmente la ciudad. La necesidad de salir nos ha obligado a redescubrir tantos rincones cercanos que teníamos olvidados. Aquellos lugares a los que te desplazabas en la adolescencia, andando o en bici, para soñar y sentir la vida. Los que habíamos abandonado en estos años cuando huíamos en busca del paraíso que teníamos al lado de casa.

Hará unos 35 años en que, un domingo de verano, mi vecino Tomas me llevó a pescar cangrejos bajo el embalse del Arquillo en San Blas. Entonces era un lugar casi inaccesible. Había que conocer los pasos donde la pendiente convertida en escalera por los estratos calizos te permitía descender hasta el río encajonado varias decenas de metros abajo. El lugar quedo grabado en mi memoria.

Aquellas salidas al campo con reteles para pescar cangrejos, caña de bambú para engañar a las truchas, cepos para cazar gorriones o redes para capturar fringílidos cantores, fue la forma en que comencé a sentir la naturaleza. Poco tiempo después mis salidas al campo campo lo eran acompañado de unos prismáticos y una mochila en la que no faltaba un cuaderno de campo, la guía de aves y una pequeña lupa para observar «lo más pequeño». Sin lugar a dudas para amar hay que tocar y sentir.

Regresé unos veranos después a este lugar escondido. Contemplé al Mirlo de aguas buceando en la corriente buscando larvas de insectos, que llevaba al nido de musgo que había construido aprovechando una pequeña grieta en la roca a poca altura del agua. Una pareja de Búho real criaron y los jóvenes salían a la repisa del nido a tomar el sol; durante el otoño continué visitando esas hoces y más de una tarde pude observar algún búho adulto posado bajo una carrasca colgada del farallón.

Hace unos años que la Confederación Hidrográfica del Jucar acondicionó un paseo fluvial por este lugar, haciéndolo accesible con pasarelas y puentes desde el pueblo de San Blas hasta la base la presa.

Esta mañana después de varios años he vuelto a visitarlo. Sin necesidad de hacer equilibrios para descender, he iniciado este paseo que comienza a ser muy popular tanto para los vecinos de la ciudad de Teruel como para los turistas que cada vez más nos visitan favoreciendo el desarrollo económico en torno a esta actividad. También es frecuentado por pescadores de mosca que en captura y suelta practican su afición en lo que es un coto social de pesca. Y las paredes de calizas son escuela de escalada para quienes disfrutan agarrándose a los salientes para no caer en la vertiginosa caída de estas alturas.

He disfrutado desde el primer momento. A estas tempranas horas de la mañana era el único visitante y sin duda, ello ha favorecido sorprender al Halcón peregrino posado en lo alto de la pared de conglomerados. Pero el sorprendentemente regalo que me ha dado la vida hoy, ha sido reencontrarme con un pájaro vistoso y tan veloz que apenas es perceptible mientras vuela: el Martín pescador.

Sospechaba de su presencia y tras un tiempo escondido tras una sarga, que me permitía observar gran parte del cauce, una sombra se ha zambullido en el agua. Al salir se ha posado en una rama de chopo suspendida sobre las aguas . Era él, con un pequeño pez atrapado con su pico que daba coletazos para escapar, pero que tras unos minutos las fuerzas le han abandonado, momento en que el pájaro ha aprovechado para tragarlo. Han sido unos minutos para observar en vivo esa imagen soñada.

Me alegra que este lugar conserve esta calidad que muestra su biodiversidad.

En estos años de activismo ecologista, hemos insistido en la necesidad de conservar el medio ambiente, si fuera preciso con una legislación rigurosa que sancione su incumplimiento. Pero quizás hemos olvidado algo esencial: la necesidad de enseñar la naturaleza a la sociedad y educarla para conservar estos valores naturales esenciales en nuestra vida. Sin duda con ello es más fácil lograr el sentido común que permita que las actividades en la naturaleza sean respetuosas, asumiendo los riesgos que puede entrañar y que con sencillas reglas como evitar molestias en los momentos cruciales de la vida de la fauna, como lo es durante la cría, podemos garantizar su existencia junto a nosotros.

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