
Los últimos días del verano nos dejan la incertidumbre del fin de un ciclo. Las mariposas liban en las flores de las plantas arvenses que han florecido en los ribazos, en los campos abandonados, en los rastrojos recién segados aprovechando las lluvias que han refrescado el ambiente avisándonos del inicio del otoño. Algunas hembras se esfuerzan en depositar los huevos en las plantas nodrizas que deben alimentar a las orugas. La cadena genética necesita nuevos huéspedes para continuar su camino, los imagos se esfuerzan en garantizar su futuro.
Mientras, nosotros seguimos enfrentados marcando nuestras diferencias, incapaces de construir puentes para hacer País. Un ego que olvida su vulnerabilidad. Una apatía capaz de hacernos olvidar la necesidad de pensar en comunidad.
Sentimos que la política esta desenfocada. La actitud de quienes hemos dejado que la lideren, no hay duda de que esta crispando la convivencia.
Refugiados en la literatura, en la poesía, en la música de aquellos años en los que la calle hervía, no podemos obviar nuestra responsabilidad en abandonar la construcción del mañana.