La Depresión de El Pobo constituye la superficie de carga del río Seco. Un río de comportamiento torrencial donde conviven etapas en las que las tormentas o los deshielos alimentan de gran cantidad de agua su cauce, con aquéllas en las que las sequías lo dejan seco. Estos periodos de estiaje solo dejan algunas pozas con agua: oasis donde se refugian los peces, se convierten en sus trampas mortales como almacenes fáciles de alimento para predadores como la nutria.
Históricamente en esta llanura convergieron áreas de cultivo con zonas de pastizales en aguas someras. Un mosaico de diferentes hábitats que favorecía el desarrollo de biodiversidad. A su vez los usos agrícola-ganaderos tradicionales ofrecían una variedad de recursos para las economías locales en un modelo social de autoabastecimiento donde el mercado no era el gran protagonista.
Imagino un paisaje de bancales atravesados por un bosque lineal de ribera que enlazaba los diferentes manantiales de la cuenca. Grandes chopos trasmochos marcarían las líneas principales de su geometría. Las líneas secundarias serían las hileras de setos de majuelos, rosales y endrinos delimitando cada una de las parcelas. Rodeando estos materiales de depósitos arcillosos sobresalen las parameras: lomas calcáreas con una vegetación rala de ajedreas, espliegos y tomillos, resultado de una intensa deforestación para obtener zonas de pasto para el ganado lanar.
El páramo apenas han sufrido cambios. El pastoreo extensivo de ovejas y cabras ha mantenido este ecosistema favorable para una avifauna esteparia caracterizada por la presencia del sisón, la ortega y la alondra ricotí, donde el águila real encuentra el cazadero de liebres con el que sobrevivir.
Sin embargo de aquel paisaje en mosaico de cultivos, prados y setos, solo encontramos en Los Becerriles, del pueblo de Monteagudo del Castillo, un pequeño ejemplo representativo de lo que fue. Eran lugares para engordar los becerros. Al igual que la hierba del humedal alimentaba a las vacas cuando durante el verano se secaba.
La concentración parcelaria de la depresión de El Pobo tiene la responsabilidad de los grandes cambios acaecidos en este paisaje durante las últimas décadas: una redistribución en grandes parcelas con la eliminación de la vegetación arbórea y arbustiva, la red de caminos para acceder a los campos con maquinaria pesada, los canales de drenaje para incrementar el cultivo de tierras. Ha posibilitado el desarrollo de un monocultivo cerealista de secano y a su vez la desaparición casi total de las explotaciones ganaderas de vacuno, que ha implicado cambios en la estructura social.
Las concentraciones parcelarias han sido la apuesta por la modernización de la agricultura en toda Europa. La nueva agricultura se sustenta en un modelo dependiente de los combustibles fósiles: intensa mecanización de los trabajos y gran aportación de fertilizantes, insecticidas y herbicidas. Un modelo que incorpora sus productos al mercado. A corto plazo Incrementa su rendimiento y la rentabilidad. Pero también origina un impacto ambiental: empobrecimiento de la biodiversidad, por la simplificación de los hábitats y también por el envenenamiento del medio; incremento de la erosión y pérdida de suelo.
La Depresión de El Pobo entra en contacto con la cuenca del Alto Alfambra a través de río Seco en Ababuj. Las aguas torrenciales se han abierto camino a través de estas moles calizas. Unos desfiladeros, que por sus características no pueden cultivarse, en donde la vida silvestre encuentra un refugio. Por estas hoces se desahoga el agua, también a través de ella la cuenca pierde las arcillas.
Esa dinámica torrencial del río Seco favorece el arrastre y perdida del suelo de los campos de cultivo de la parte alta de la cuenca. Parte de él lo encontramos en los fondos del desfiladero y en el abanico aluvial donde desemboca en el río Alfambra. La evolución de estas acumulaciones de limos pueden indicarnos si se ha incrementado la erosión desde los cambios ocasionados por las concentración parcelaria de la cabecera. Desconocemos si la memoria de aquellos que lo conocieron antes es capaz de hacer una valoración al respecto.
Si estas apreciaciones en la observación de este paisaje después de un paseo por los caminos son refrendadas por estudios rigurosos de investigadores, quizás pudieran servir para revertir los cambios acaecidos en este territorio e iniciar procesos de recuperación buscando un modelo agrícola más sostenible con la conservación. Además de garantizar su supervivencia a largo plazo controlando la pérdida de recursos como el suelo, debería posibilitar la supervivencia de la vida silvestre. Por una parte por el propio valor que esta tiene, también porque puede ser el foco en torno al que desarrollar un diversificación de la economía local que posibilite un freno a la despoblación de estos territorios.