Parten de la ciudad en dirección al monte. No hace muchos años se utilizaron para llegar cada mañana a las paridera, acercar a la ciudad la leña desde las Masías de Escriche, emprender el domingo la cacería con los amigos ó salir de excursión al encuentro de sorpresas como la Laguna de Tortajada.
Muchos de ellos han caído en desuso y bien la vegetación los cubre ó, en escarpes pelados, las aguas van arrollando los vestigios de su recuerdo. Otros, apoyados por las administraciones públicas, se rehabilitan para emprender su recuperación orientados a un uso turístico, que incipiente comienza a despertar tanto en las gentes que nos visitan como en los que aquí vivimos.
En los últimos años una senda se ha recuperado en las laderas de Santa Barbara. Enlaza con un camino de tierra que va desde la Fuenfresca hasta el final de la ciudad camino de Alcañiz; merced a este pequeño camino permite descender hasta las Ollerías del Calvario o el Arrabal. Sus protagonistas son dos septuagenarios, que azada al hombro lo van despejando y arreglando tras las tormentas y establecen pequeñas escaleras de tierras en los pequeños repechos que hay que superar; no han pedido ninguna subvención para ello, se han limitado a trabajar.
En estos tiempos en que los cambios de una ciudad los ceñimos a grandes y costosos proyectos, a ser posible con la firma de importantes profesionales de disciplinas diversas, llama la atención este camino que se recupera por el trabajo anónimo y altruista de dos ciudadanos, sin que trascienda como noticia en ningún medio de comunicación y solo sea valorado por quienes hacemos uso de él.
Siguiendo su ejemplo, nuestra ciudad podría estar mejor aportando todos nuestro granito de colaboración. Sí, sin llegar a tener que coger la escoba y barrer el portal como antaño, al menos depositáramos las bolsas en contenedores; redujéramos la utilización del automóvil particular a lo imprescindible, descongestionando de ellos nuestras calles para recuperar su lugar el peaton; respetáramos los jardines y árboles de la ciudad e inundáramos de color vegetal los balcones y terrazas de nuestras casas.
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