Pleno verano. Días de calor, también de tormentas que no terminan de abandonarnos y hacen temblar los animos de los agricultores, porque algunas pueden pueden llevar granizo. Es tiempo de cosecha, de segar el cereal, de trillar….. de recoger el fruto de un año de trabajo. Se cierra un ciclo, el que omienza al empezar el verano y roturar los barbechos para preparar los campos que se sembrarán el próximo año. Momento en que el paisaje comienza a ser dorado, a llenarse de ocres hasta el verde de los pastos.
Las vacas, tras aprovechar la frescura del amanecer comiendo en los pastos, cuando comienza a calentar conforme avanza el día, se juntan a sestear en los cabezos, allí donde corre el aire, echadas en la tierra rumian.
Los cachorros comienzan a a andar y a enfretarse a los riesgos de la vida. En las carreteras comienza a aparecer atropellados zorrillos, lebratos, crias de tejón, corcinos…… También pequeños volantones de aves estampadas contra los parachoques de vwehícuos. Empiezan a andar y volar y desconocen las amenazas que les acechan, no todas de predadores naturales, muchas de ellas les son desconocidas. Son aquellas derivadas de la tecnología humana, incorporadas de forma explosiva, desde un aspecto temporal, que no ofrecen periodos de adaptación para incorporarlas a sus mecanismos de defensa. En los días de Junio, las especies que aparecían muertas en las cunetas de la carretera eran animales de sangre fría, culebras y ardachos, aplastados por las ruedas de los coches, que encuentran en el asfalto el calor retenido durante el día, el mismo que ellos necesitan para mantener su temperatura corporal.
El censo de mariposas nos ha dejado 110 ejemplares de 19 especies: Colias crocea, Aporia crataegi, Pieris rapae, Anthocharis euphenoides, Argynnis aglaja, Issoria lathonia, Melitaea phoebe, Melanargia lachesis, Hipparchia semele, Maniola jurtina, Hyponephele lupinus, Lasiommata megera, Styrium acaciae, Satyrium spini, Cupido minimus, Plebejus argus, Aricia cramera, Polyommatus icarus, Polyommatus thersites.