Decidimos visitar Temuco. Es capital de la región Araucania. Viven unas 250.000 personas y la ciudad actual no tiene más de 200 años. Desde el aspecto urbano encontramos casas de poca altura, en su mayoría de una planta, muchas de ellas construidas de madera, organizadas en larguísimas avenidas donde se agrupan en manzanas cuadradas. Mucho tráfico, con diversos medios de transporte público: taxi, colectivos, buses.
Decidimos comenzar la visita en el Museo Regional de la Araucania. Se ubica en un edificio colonial del siglo XIX, con un bonito jardín con grandes árboles; algunas calles de la ciudad como la Avenida Alemania conservan casas de los colones establecidos a finales del siglo XIX, que dieron origen a la actual ciudad. Coincidimos con la presentación de un programa de integración de inmigración, pusto en marcha con el objetivo de frenar la xenofobia.
Al igual que ocurre en España es necesario frenar la alarma social generada con la llegada de gentes de otros lugares en busca de una oportunidad. Pudiera pensarse que son millones -en España importantes líderes políticos nacionales lo dicen-. Aquí, también los datos muestran otra realidad: en esta región los emigrantes apenas constituyen el 5% de la población, de una comunidad donde el 80% son gentes descendientes de los colones alemanes, francés, suizos, franceses, italizano, españoles llegados en torno a 1890 y un 15% es población con orígenes indígenas de las tribus y culturas que habitaban el lugar antes de la llegada de Colón a Ámerica, y que resistieron la colonización española hasta los tiempos en que el país logro la independencia.
Diversas mujeres migrantes nos cuentan su experiencia. Su agradecimiento a Chile, por darles una oportunidad para reiniciar su vida, país del que quieren formar parte junto a sus hijos. Mujeres llegadas de países como Peru, Bolivia… también de Francia, unas por necesidad, otras huyendo y algunas han encontrado en el país el lugar donde realizarse, a pesar de que su país de nacimiento en Europa no tiene problemas económicos ni políticos.
La exposición permanente cuenta con una colección etnográfica relativa a las comunidades que han ido ocupando este territorio. También información del proceso de colonización del siglo XIX, cuando los gobernantes chilenos entregaron territorios historicamente indigenas a los colonos con el fin de favorecer una cultura acorde a los intereses de país que acababa de acceder a la independencia de España hacía apenas unas décadas: el pueblo Mapuche fue perseguido a muerte.
Parece que ha habido un intento de los últimos gobierno por asumir los errores, reconociendo la opresión y persecución de las culturas indígenas. La población de las comunidades del Wallmapu mantienen su arraigo a la tierra, tambien conservan su organización comunal, por ello son molestas a un país moderno que necesita explotar los recursos para venderlos y obtener recursos para su funcionamiento. No tienen escrituras, su cultura no las utilizaba, pero consideran que las tierras les fueron robadas. No podemos cerrar los ojos a este conflicto, que según leemos en las noticias, incluso genera violencia, por lo que el Estado ha destinado una fuerza policial especial no exenta de polémica por su forma de actuar.
La población del país tambien esta polarizada en lo que respecta a este conflicto. Hemos hablado con personas que cuestionan los derechos actuales de los pueblos indígenas: ven en ellos un modelo no productiva, que recibe ayudas del estado, con graves problemas de alcoholismo en sus comunidades, y privilegios de los Loncos en las negociaaciones políticas. Otro sector de la población reconoce la la deuda contraida con los pueblos y la necesidad de ofrecer un futuro digno para estas culturas. En la comunidad Mapuche hemos observado una reivindicación por que les dejen a ellos decidir su futuro y el modelo socioeconómico con el que desean vivir.
Visitamos la plaza Aníbal Pinto centro de la ciudad. Paseamos por sus calles muy comerciales con multitud de puestos callejeros.
Llegamos al Pabellón del Amor. Un edificio de madera con mucha inspiración de la cultura tradicional, también en la poesía popular, tan presente en este país. Esta ubicado a las puerta de Cerro Ñielol, que visitaremos a la tarde. El Pabellón es obra de los arquitectos Cristián Undurraga y Sebastián Malleay, diseñado para la Exposición Universal de Milán del año 2015, con el objetivo de presentar a Chile, tras el fin de la dictadura, buscando ocupar un puesto en la economía mundial: productos agropecuarios, materias primas (cobre), paisaje…. Un concurso en el que participaron todas las regiones decidió dar a la Araucania la ubicación permanente del emplazamiento final, una vez devuelto de Milan. Hoy Temuco lo gestiona como un recurso turístico: excelentes audiovisuales que ayudaron a mostrar al país al mundo, en sus estantes se venden productos de artesanos locales, en su restaurante se ofrece un ajustado menú con comida tradicional, los poetas se escuchan durante la visita. Aquí conocemos el ámbar chileno, el corazón eterno de las araucarias después de morir.
Cerro Ñielol es un refugio de vegetación típica de la Selva Valdiviana. Un parque natural en medio de la ciudad. También un lugar emblemático de los Mapuches, donde se conservan viejos troncos y reconstruciones de Chemamul . Nos lo explica una una joven de pelo negro intenso, descendiente, quizás, de padres que abandonaron la comunidad rural y que incluso renunciaron a su pasado y optaron por integrarse en la nueva ciudad, que creo no termina de aceptarlos. Nos habla orgullosa de su identidad indigena, nos indica la ubicación de un santuario y nos recomienda la visita a Curarrehue para conocer la tierra de sus antepasados. Hemos observado al hablar con jóvenes, esa busqueda de una razón de ser, mirando hacía la cultura y tradiciones de los pueblos indígenas.
Regresamos al Rincón de los Poetas en Almagro, junto a Nueva Imperial, hoy es nuestra última noche en este hostal y nos despedimos. Hemos hablado con el padre de Dalia. Un señor octogenario que cuenta su larga y activa vida como activista sindicalista desde posiciones cristianas. Desde su jubilación encontró razones para seguir disfrutando de la vida dirigiendo el Circulo de Escritores Juvencio Valle de Nueva Imperial, también continúa su activismo, ahora en la defensa de los derechos de las personas de la tercera edad; nos explica la desprotección en que quedan muchas personas tras su jubilación.