
Muy de mañana recogernos a Alicia en la estación de autobuses de Temuco. Ha viajado 10 horas desde Santiago en un autobús de larga distancia, con los asientos acondicionados para reclinarse al máximo y convertirse en literas improvisadas en las que descansar tantas horas de viaje. Nos dirigimos hacía el Parque Nacional de Villarrica. Nuestro primer destino es Coñaripe. Dejamos la Panamericana y por una carretera en buen estado emprendemos rumbo a la Cordillera.
Atravesamos paisajes de latifundios con extensas praderas donde sobreviven grandes árboles dispersos e hileras de setos que separan unos terrenos de otros, un paisaje ganadero donve vemos pastar vacas. Tras atravesar Villarrica y dirigirnos bordeando el gran lago Calafquén llegamos a Coñaripe. En esta zona de montaña domina el bosque, principalmente Pinus insigne destinado a explotación intensiva de madera, pero se abren pequeños claros donde se localizan propiedades mapuches, muchas de ellas son comunidades donde creo que conservan una organización comunal. En torno al lago se asientan complejos turísticos, como lo es Coñaripe. Entre las montañas sobresales las elevaciones de los volcanes, el de Villarrica y el de Lanín con sus conos blancos de la nieve que conservan del invierno y la caída estos últimos días de primavera.

Coñaripe es un pequeño poblado. En la oficina de turismo nos indican unos pequeños recorridos para visitar la zona entre la tarde y el día siguiente.
Es nuestra estancia aquí, alojándonos en una pequeña cabaña de madera ubicada en una propiedad donde el dueño ha aprovechado el jardín para encontrar en el turismo una vía de ingresos económicos. Nos sorprende el pajaro picaflor (Sephanoides sephanoides), un poco mayor que el colibrí, pero el mismo vuelo; le han puesto unos bebederos con nectar, con su rápico y veloz vuelo, ralentizado como si fuera un abejorro para pararse en el aire y absorver como si fuera el jugo de las flores naturales.
Recorremos los miradores en torno al lago Calafquén, también el pequeño lago Pellerifa que se separó de aquel cuando un terremoto deslizo grandes cantidades de tierras entre los dos. De las aguas sobresales los esqueletos de los árboles que quedaron inundados, también en las empinadas laderas vemos restos de incendios forestales recientes.

Por la tarde visitamos una feria en un poblado mapuche, Pucura. Se ha organizado en las cocinerías para divulgar los valores culinarios de unos hongos, Dihueñe y Laollao. Son hongos de estos bosque, allí donde se conservan Roble Hualle (Nothofagus obliqua) y Coigüe (Nohfagus dombeyiii), especies únicas y endémicas de estas latitudes. Los mapuches los han aprovechando a lo largo de su historia, recolectándolos con canastas, para permitir la dispersión de las esporas, entre los meses de septiembre y noviembre, principalmente porque aportan proteínas, grasas, fibras y vitaminas.
Hay un buen ambiente, curiosamente la música que toca un grupo lo es de rancheras chilenas. Lo impulsan mujeres, con el objetivo de construir economias locales y generar trabajo desde el saber cultural ancestral, la biodiversidad local y sus singulares productos y frutos nativos que favorezcan el buen vivir. Llegamos al atardecer. En el gran lago el cielo en el horizonte nos indica que llega la noche. Nos acompaña un perro a la orilla de la playa. La población nos acoge con gran hospitalidad, pese a ser forasteros nos encontramos aceptados. Es fácil intercambiar comentarios con los artesanos, con las cocineras, con quienes han impulsado esta experiencia.

Al día siguiente partimos hacía el Parque Nacional de Villarrica. Después de la experiencia vivida en infernal camino de piedras cuando visitamos la isla de Budy, no nos hemos atrevido a circular por esta montaña con el Hyundai Access. Hemos contratado a Andrea, quien no sólo nos lleva con su todo terreno de importación india, sino que también nos ofrece una agradable tertulia en la que aprendemos aspectos de la zona que visitamos. Es una joven agrónoma, que decidió quedarse aquí cuando llego por cuestiones laborales. Hoy compagina su proyecto de empresa consultora para mejorar las condiciones de las explotaciones agrícolas y ganaderas mapuches, con el trabajo de guía por el Parque, proporcionando el transporte para llegar a las termas y a los puntos desde donde salen los senderos por los que recorrer este espacio natural. Seguimos encontrando gente joven comprometida con la necesidad de hacer país contando con todas las comunidades que lo habitan.
Nos facilita y nos orienta para realizar un breve pero interesante paseo entre Araucarias milenarias. Nos indica su resistencia pese a la gran dureza de este terreno no sólo montañoso, frio… volcánico. La gran longevidad de estos árboles nos hace imaginar la cantidad de erupciones que han vivido y a las que han sobrevivido. Nos indica que en las cumbres algunas parecen bonsáis, sólo se divisa la copa, porque han sido enrunadas por las cenizas expulsadas en los periodos de gran actividad de los volcanes; han sobrevivido al enorme calor que han debido sufrir. Encontramos tres españoles, una pareja de maestros jubilados catalanes acompañados de una colega de origen aragones, que pretenden realizar una excursión más larga; más tarde comprobamos que han renunciado al encontrarse con la nieve a la media hora de caminar.

Hemos coincidido de nuevo con los amigos catalanes en las Termas Geometricas a las que nos hemos dirigido tras el paseo por el bosque. Se trata de un desfiladero con aguas termales, en algunas zonas muy calientes y con un fuerte olor sulfuroso. El propietario, el arquitecto German del Sol, diseño una red de pasarelas de madera que van comunicando diversas piletas con temperatura el agua a diferentes temperaturas, donde te sumerges, acompañadas de una red de casetas integradas en el paisaje donde se ubican los baños, vestuarios, cafetería; nos indica la belleza de los tejados vegetales cuando en primavera y verano se llenan de flores. Tenemos miedo al frío que hace, pero una vez dentro comprobamos que es una experiencia relajante y agradable.Terminamos la excursión cuando comienza la tarde. Nos despedimos de Andrea con los mejores deseos, y emprendemos rumbo a Pucón.

Hemos reservado un alojamiento en una cabaña de madera para los próximos días. Llegamos y nos recibe Angelita, la encargada de gestionar este complejo turístico propiedad de Camilo. Angelita pensamos que tiene su origen en Chiloe. De esta isla emigraron sus gentes y por su capacidad de trabajo en el campo las contrataron en las regiones de Araucania y Los Lagos para cuidar las haciendas; creemos que en un pacto el que a cambio disponían en usufructo de alojamiento y una pequeña extensión del terreno para sus cultivo personal. Nos cuenta que su hija estudia en Santiago; al igual que en el resto del mundo las familias se esfuerza en lograr que los hijos tengan opciones a una vida mejor. Nos acompañan gallinas y ovejas. Agradecemos aquí, donde el silencio nos invade, el calor de la estufa de fuego lento, que nos templa nuestra casa, la que será el hogar de estos, que pretenden y han apostado por ser nómadas durante este mes de visita a Chile.

Preciosa narracion, invita a visitar Chile
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