Cumples hoy 27 años. Recuerdo aquella madrugada del dos de junio de mil novecientos noventa y dos cuando, todavía unido con el cordón umbilical a tu madre, te colocaron encima de su pecho desnudo, sobre el corazón cuyo latido te había acompañado los últimos nueve meses. Los dos, todavía con la piel húmeda tras los minutos de tensión antes del parto, descansabais. Os mirasteis y besasteis, vuestra cara comenzaba a sonreír. Hurgo en la memoria para recuperar imágenes de la sala donde estábamos: las paredes blancas, el color verde de la ropa de la sala de partos, el acero brillante del instrumental, las voces de la comadrona y la enfermera…., también el miedo que nos acompañó desde el momento en que el dolor de las contracciones nos anunciaron que comenzaba a contar el tiempo del inicio de una responsabilidad hasta entonces desconocida. Aún percibo el aura en la habitación. Comenzaba tu viaje hacía Itaca.
Nos convertíamos en padres con apenas unos pocos años más de los que tú tienes hoy. Inexpertos, leímos libros como: Abrázalos estrechamente y despues dejarlos ir del Dr. Richar C. Robertiello o No hay padres perfectos de Bruno Bettelheim. Pero sobre todo la convivencia y el contacto diario fue la receta para tomar decisiones ante cada nueva situación, que cada nuevo día presenta en la aventura de vivir. Ya antes de nacer, intentamos con la música enviarte mensajes. Después, la lectura de cuentos te acompañó hasta que por ti solo comenzaste a leer. Tuvimos que recuperar la infancia para aprender de nuevo a jugar, agotarnos cada día para seguir el ritmo de un niño descubriendose a si mismo y al mundo que le rodea. Conforme crecías, mantuvimos el compromiso de contenernos para dejarte tomar las decisiones, que conforme madurabas en la vida se te iban presentando.
Sin duda fue trascendental el apoyo de los profesionales de la escuela pública donde te has formado intelectualmente. Su compromiso en enseñar también lo ha sido en ayudarte a crecer como persona, complementando a la familia. Amparo, tu maestra de parvulitos, cuando concluyó el primer ciclo de enseñanza primaria nos entregó un pequeño álbum con fotografías y recuerdos de tus trabajos en esos primeros años: el primer dibujo, la primera palabra escrita, las primeras frases describiendo a tus amigos…. Lo acompañaba de unas palabras para ti:
Querido Guillermo: Eres una persona llena de sentido. Puedes transformar todo en mejor. No te acobardes por nada, tu inteligencia ha de darte seguridad. Procura hacer bien lo que tengas que superar y ten mucha ilusión por el trabajo. ¡Siempre alegre!
No voy a negar que el camino también nos marcó en dudas, preocupaciones e inquietudes, que a los tres años se multiplicaron por dos cuando nació tu hermana.
Repasamos los álbumes de fotografías para rastrear en cada uno de los momentos vividos. Diferentes paisajes acompañan el fondo de cada imagen: ciudades, bosques, montañas, familia, amigos, mascotas…. El paso del tiempo muestra tu cuerpo creciendo y el nuestro envejeciendo. Nos curtimos junto a ti y en el proceso tu apoyo nos ha aportado estabilidad y seguridad. Hoy, y no solamente cuando visitamos países en donde tu ingles nos abre puertas, eres el referente en el que confiar. Ahora, adultos, los consejos fluyen en ambos sentidos. Tu opinión nos importa.
Ya hace unos años que has iniciado tu propia vida. Nunca nos despegamos del todo de la relación que nos une, tu el papel de hijo y nosotros el de padres. Decidido por ti, vas encontrando tu lugar. Las puertas se te han abierto por tus propios méritos. Tu esfuerzo, han sido la clave para lograr objetivos.
Objetivos a los que has llegado por la constancia. La que te ha acompañado desde pequeño en los horizontes en los que te has embarcado. El trabajo diario para competir en deporte, para rodearte de amigos, para formarte en una profesión nada fácil que requiere conocimiento y honestidad. Rigor sin perder humanidad. No has olvidado la humildad conservando los lazos con tus origenes.
Somos felices y seguimos deseando tu felicidad. Sabemos que en el trayecto se seguirán cruzando momentos de duda, desilusiones, quizás incluso fracasos, en los que estamos seguros de que tu firme voluntad sabrá superar para recuperar el rumbo.
Para nosotros hablar hoy de nuestro hijo es un orgullo. Encontramos en tí a un hombre comprometido consigo mismo y con el mundo.
Un beso.
qu+e conmovedor 🙂
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