TIERRAS ALTAS DEL ALFAMBRA

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Proponemos esta ruta circular por las Tierras Altas del Alfambra (pincha en la ruta para acceder a su trazado en la web de  wikiloc).  Su recorrido nos permite conocer dos actuaciones recientemente ejecutadas por el  Parque Cultural del Chopo Cabecero: La Ruta etnobotánica Bernardo Zapater y el  GR 199 Chopos Cabeceros.

IMG_20190802_194107.jpgLa ruta etnobotánica  Bernardo Zapater, en Allepuz (Teruel),  nos ayuda a conocer las plantas más repretesentativas de este ecosistema de montaña en la Sierra de Gudar. También los usos tradicionales que les han dado sus habitantes, aprovechando sus diferentes propiedades. No olvida transmitir información sobre  aspectos culturales de la cultura campesina, la  que durante siglos ha modelado estos paisajes.

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El GR 199 «Chopos Cabeceros» parte de la Ermita de Santa Quiteria en el valle de Motorritas. Sigue por viejos caminos de herradura el cauce del río Blanco hasta su encuentro con el rio Sollavientos en Allepuz, desde donde continúa  como rio Alfambra hasta Galve. Atraviesa el territorio del Parque Cultural de los Chopos Cabeceros. A su vera caminamos junto a la cultura de los  árboles trasmochos, los viejos testigos que nos iran acompañando a lo largo del viaje.

Para enlazar ambos lugares atravesamos el Barranco de la Umbria, con unas peculiaridades formaciones geológicas. Encajonado y flanqueado por laderas pobladas de pinar silvestre, bajo sus copas un sotobosque donde descubriremos:  arces, serbales, mostajos, guillomos… En estas quebradas, sus asperas  rocas todavía conservan huellas de la última guerra civil, en concreto el avance de los rebeldes franquistas  arrollando a las tropas del ejercito de la Repubíca, los soldados del gobierno que  defendían estas cotas. Aquí, la guerra se prolongó diez años  más al asentarse en la montaña los guerrilleros, el maquís. Los destrozos de la guerra y de la represión posterior, durante  las campañas para aniquilar a los huidos y a la guerrilla del AGLA, desembocaron en el inicio del abandono de las masadas.

IMG_6567En torno a la Ermita de Santa Quiteria se agrupan una parroquía de masadas: La Solsida, Los Charcos….. El paisaje  de pastizales sobrevive al abandono rural, a la desaparición de  los últimos campesinos  que con una economía circular supieron sobrevivir durante siglos  gestionando y ordenando  adecuadamente los recursos naturales: hicieron paisaje a través de esa cultura transmitida oralmente de generación en generación.

Aquí, en la parte más alta del valle, los margenes  del río y arroyos  son perfilados por  sauces,  en los que también se ha seguido aplicando  la poda de sus cabezas a la altura de los  dos o tres metros  para obtener leña, dándoles esas peculiaridades formas del gran tronco arrugado por multiples cicatrices. Apenas queda ganado lanar, unos pocos rebaños regresan en verano de la trashumancia en tierras del Reino. La ganadería de hoy es el vacuno, con mejor mercado y  que no obliga a la presencia constante del pastor en el campo. Los bancales de las solanas, retenidos por muros de piedra seca,  ya no se siembran y son colonizados por pinos, enebros  y sabinas rastreras.  Apenas se aprecian los huertos junto a las fuentes, donde el regadio permitió el cultivo  de patatas, alubias y hortalizas -dieta de alimentos llegados a la península tras el descubrimiento de América-.

Los rebaños suelen ser jóvenes. La cabaña se renueva frecuentemente y se introducen nuevas razas. Es insignificante la presencia de las del lugar: la vaca negra serrana, la oveja cartera…. Tampoco se cuidan las viejas hembras que, educadas por los pastores, transmitían  a la cabaña de generación en generación  los hábitos de los desplazamientos  diarios, también la experiencia de advertir  la llegada de una tormenta y emprender el camino a las zonas seguras. Todo el saber de conocer un territorio para sobrevivir en él.

El asilvestramiento del campo  trae la recolonización por la vida salvaje. Nos encontramos en plena canicula  y nos cruzamos con hembras de corzo acompañadas de corcinos refrescándose en las aguas del río. A la sombra bajo las rocas familias de cabra montes  sestean. Y en el camino  revolotean infinidad de mariposas, algunas emblemáticas como la Erebia zapateri.

En verano es  el color amarillo de la hierba agostada, aún cuando en las zonas de altas el pasto se mantiene verde,  quien tapiza el horizonte. La ruta durante el  otoño  es moteada de colores ocres en las laderas  donde las hojas de árboles y arbustos caducifolios  se tiñen  antes de caer. Durante los meses más fríos del invierno  será el blanco quien cubra  las lomas y cimas del valle, también las copas del pinar.  En el alto de Peñarroya, donde sobrevive el Pino moro, éstos quedarán petrificados, durante semanas serán estatuas de hielo azotadas por el cierzo.

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