
Es necesario apagar todo el ruido que nos rodea durante el confinamiento por el COVID 19, para no sentirnos dentro de una intensa niebla que nos impide tener la serenidad necesaria para afrontar esta situación. Desde la fragilidad por nuestra ignorancia de no valorar la amenaza que llegaba, no podemos ahora creer ser expertos capaces de poner la duda sobre los criterios técnicos que nos trasmiten los que por su larga experiencia profesional ocupan cargos de responsabilidad para asesorar e interpretar el momento que vivimos. Es demasiado grave la situación como para comportarnos de la misma manera en que nos lanzamos sin formación a solucionar una chapuza doméstica y terminamos por agravar la avería de tal manera que, después de poner en ella nuestras manos, el técnico al que terminamos llamando tampoco es capaz de solucionarla.
Temo que este ruido social despiste a nuestros dirigentes políticos. Preocupados por los votos, presten más atención a los asustados ciudadanos que a los asesores. Son estos los que reúnen conocimientos y formación para ocupar el cargo en el que hoy recae la responsabilidad de recomendar tomar las decisiones más acertadas con los medios y conocimientos de los que se dispone.
Ello no exime de exigir una total transparencia por la ciudadanía, que a su vez también debe ser responsable en no verter opiniones no contrastadas. Por ello valoro de gran importancia la información no sesgada que también nos llega y que es nuestra responsabilidad seleccionar entre el aluvión de noticias que cada día llega a nuestro teléfono móvil.
Hoy os recomiendo los vídeos del Dr. Ivan Moreno, con un lenguaje muy sencillo, no por ello exento de profundidad en sus razonamientos basados en su experiencia como médico.
Investigadores de nuestras universidades públicas y Centros de Investigación también están asumiendo el reto de informar coherentemente a la sociedad. He seleccionado este artículo publicado esta semana el Diario del Alto Aragón por los profesores del Departamento de Ecología de la Universidad Politécnica de Huesca: «La Dimensión ecológica de las enfermedades infecciosas». Llegan a la siguiente conclusión : “El denominado Cambio Global que estamos ocasionando en la Biosfera está socavando las bases de nuestro bienestar».
No deberíamos retornar a la «normalidad» del modelo de vida que hemos dejado atrás durante estos últimos cuarenta días de encierro. La respuesta positiva del medio ambiente en el Planeta a la reducción de nuestro ritmo productivo es un indicador de que nuestro comportamiento puede hacer mejorar la vida en él. No deberíamos necesitar un nuevo colapso, como el sanitario que acabamos de pasar o la incertidumbre económica que se nos presenta, para asumir que nuestro modelo de vida esta ocasionando un grave problema global desde el punto de vista ambiental, social o económico, que pone en jaque nuestro futuro.
Tras esta experiencia muchos paradigmas deben reformularse. Algunas declaraciones rápidas como la realizadas esta semana por la titular de la Presidencia de la Comunidad de Madrid nos parecen arriesgadas. Solicitaba la necesidad de liberar suelo como formula para desarrollar una ciudad horizontal como formula, intuyo, con la que disminuir las concentraciones humanas en los barrios. Arriesgarse a avanzar soluciones sencillas a la complejidad del problema tiene sus riesgos. Por poner un ejemplo, olvida que una ciudad horizontal exige mayores desplazamientos de sus ciudadanos, si nuestro futuro, al menos hasta que se encuentre una vacuna al coronavirus, se enfoca a reducir los puntos de gran concentraciones humana, existen dudas de la capacidad del transporte público como medio disponible, deduzco por ello que vamos a ver incrementado el transporte privado y en una gran ciudad ello representa aumentar considerablemente los niveles de contaminación atmosférica.
Yuva Noah Harari en su ensayo: «Sapiens. De animales a dioses» analiza el valor del dinero en el desarrollo de nuestras civilizaciones, como herramienta que impulsó el comercio. También nos señala su lado más oscuro: Si bien el dinero compra la confianza universal entre extraños, esta confianza no se invierte en humanos, comunidades o valores sagrados, sino en el propio dinero y en los sistemas impersonales que lo respaldan….. Mientras el dinero hace caer los diques de la comunidad, la religión y el Estado, el mundo se encuentra en peligro de convertirse en un mercado enorme y despiadado. Sin duda nuestra sociedad debe alejarse de modelos especulativos financieros, asumiendo valores que dignifiquen a la humanidad.
No me olvido cada día a las ocho de la tarde de salir al balcón para aplaudir. No es sólo la hora de recordar y agradecer la profesionalidad y humanidad de los trabajadores que no solamente nos dan la confianza en poder ser curados si contraemos la enfermedad, también aquellos que hacen posible que nuestra vida siga disponiendo de los recursos necesarios para sobrevivir. Es un momento en el que al escuchar los aplausos desde otros balcones de otros puntos de la ciudad, de incluso ser capaz de asumir el sonido que se produce a la misma hora en otros puntos del país, me siento identificado con una sociedad que debe transitar con el sentido común hacía un futuro mejor. Durante la Edad Media «Con son de campana por él tañida» era la llamada al consejo de vecinos para tomar decisiones en la administración de la aldea. Identifico la acción de aplaudir con la voluntad de sentirse COMUNIDAD capaz de trabajar por el bien común, un sonido que nos permite aislarnos de ruidos que dificultan la convivencia.