
Las plantas se han favorecido de las las intensas lluvias de abril y el fuerte calor de mayo para florecer. Quizás temen que este anticipado verano continúe los próximos meses y no han dejado perder la oportunidad para gestar nuevas semillas.

Las vacas aprovechan el pasto, que ya comienza a agostarse, en estos días que acaban de parir .

Los insectos abundan. En ocasiones llegan a defoliar las primeras hojas de los majuelos. Y las aves que han llegado de África se afanan en sacar adelante las crías aprovechando estos días de bonanza.

Las lomas de los páramos se han teñido de un tamizado de diversos colores y junto al mar de gramíneas agitadas por el viento ofrecen un paisaje efímero, que el sopor del verano apagará.