
Una reseña de la sección de Babelia del periodico El Pais, de este sabado, dirije mi atencion. La publicación del ensayo de Sergio C. Fanjul «La España invisible: sobre la precariedad, la pobreza y la desigualdad extrema en nuestro país».
Recuerdo de niño que, por mi casa en los arrabales de la ciudad de Teruel, era frecuente el paso de transeúntes pidiendo limosna. En mi familia no sobraba el dinero, pero mi madre siempre tenía un bocadillo que ofrecerles.
Con el bocadillo no se solucionaba la integración de estas personas, incluso muchos lo rechazaban porque ese ofrecimiento no les faltaba en ninguna casa del barrio. Aunque tampoco la caridad en forma de limosna ayudaba a la recuperación social de estas personas, ni a devolverles su autoestima. La mayoría arrastraban, los indigentes de hoy también, una carga demasiado grande para llevarlas solos.
Más de cuarenta años después seguimos encontrando hombres y mujeres perdidos que se hacen invisibles para una sociedad que rechaza su mirada porque se avergüenza de esa situación. El Sr. Tezanos, antes de popularizarse con las críticas que recibe por las encuestas de intención de voto en el Centro de Investigaciones Sociológicas, desde hace varias décadas en sus trabajos sociológicos viene avisando de que nuestro modelo socioeconómico descuelga a parte de la sociedad. Estos ciudadanos ingresan en la bolsa de los “sin clase”. Se avergüenzan de su situación y ello les impide rebelarse contra la injusticia. Al contrario de los movimientos obreros del siglo pasado que a través de sus protestas, desde su identidad como clase obrera, fueron presionando para dar un giro a las políticas que mejorase el estado de bienestar social.
Solamente hay un camino para la integración. Políticas sociales públicas que trabajen no sólo para darles cobijo y comida. También para volver a recuperarlos como ciudadanos de pleno derecho, con el apoyo de profesionales formados para ello. Deben financiarse con dinero público, el que se obtiene con los impuestos.
Nuestra responsabilidad como ciudadanos para mantener y mejorar nuestra Comunidad, es no evadirnos de su pago. Lograr ese compromiso requiere confiar en el sistema, en los gobiernos y la administración que gestionan el presupuesto público. Se logra con la transparencia. De esa manera socialmente se acepta una política fiscal de impuestos progresivos para financiarlo, sabiendo que el destino del dinero lo es hacía el bien común.