LA BARONÍA DE ESCRICHE: EVOLUCIÓN DE UN PAISAJE (y IV)

LA DIFICULTAD DE PREDECIR EL FUTURO

Como venimos indicando al analizar las fotografías aéreas realizadas entre el periodo de 1946 y  las Ortofotos de satélites, que hoy fácilmente son accesibles desde Google Earth, el principal cambio apreciable en el paisaje  ha sido  el abandono de campos de cultivo y la regeneración forestal.

El éxodo rural no solamente supuso  la pérdida de población, también el paulatino abandono de actividades tradicionales que había modelado los campos. Pero no hablamos únicamente del laboreo, el modelado lo podemos observar también  en el manejo del ganado, las cortas de leña y madera o en la gestión del agua a través  de acequias  y pequeños canales para llevarla a los lavaderos, a la zona de vivienda, también a los campos para regarlos, donde todavía  puede  observarse  una retícula de líneas en el paisaje, aunque la mayoría se encuentran colmatadas por la pérdida de uso. La tradición oral de antiguos vecinos nos han indicado que desde la Fuente de las Cinco Fuentes se llevaba el agua hasta cerca de la Casa Grande a través de troncos de pino ahuecados, de los que hoy no queda ningún vestigio. A lo largo de estas acequias se plantaron  árboles frutales que al florecer en primavera  coloreaban el valle, de ellos queda algún manzano, nogal o azarollo.

Esas mismas narraciones orales  no han dejado la impronta de presencia de fauna silvestre asociada a los cultivos de secano como  perdices, conejos, codornices y bandos de fringílidos. Actualmente sus poblaciones se han reducido, porque gran parte de los bancales han dejado de sembrarse. También porque la agricultura utiliza  agroquímicos, para abonar y para controlar la competencia de las plantas arvenses o la presencia de insectos que consumen  el grano,   agravando la pérdida de biodiversidad en los campos.

Recordamos aquellos relatos  en la voz  que nos hablaba  de encuentros con reptiles como el lagarto ocelado (Timon Lepidus). Los largos días guardando  los rebaños  por los cerros,  permitían una observación nítida del entorno  de los que quedaba en la memoria las sensaciones vividas como el día en que el pastor se cruzó con un ardacho  en dura pelea con la víbora (Vipera lactastei), tan difícil de verla hoy, igual que nos resulta complicado con otras culebras como la bastarda (Malpolon monspessulanus), escalera (Zamenis scalaris). En ocasiones al pasear observamos  algún ejemplar joven de Coronella  girondica  que  ha sido aplastadas por algún vehículo  mientras   se calentaban  tendidas al sol en medio del camino.

La despoblación ha recolonizado el territorio con  especies forestales. Algunas como la liebre, quizás por la incidencia del alguna enfermedad  han reducido sus poblaciones. Pero el Jabalí   regresó conforme  los campesinos abandonaban las masadas y árboles y arbustos recolonizaba los campos abandonados. Quienes llevamos décadas visitando el lugar hemos sigo testigos directos de como a partir de la década de finales de los años ochenta del siglo pasado llegaban rebaños de cabra montes (Capra pyrenaica hispánica)  estableciéndose en los riscos  y barrancos más inaccesibles, así como la incorporación  a los sonidos del bosque del ladrido de corzo (Capreolus capreolus). Hoy la actividad cinegética compatibiliza el uso del territorio junto al aprovechamiento ganadero de vacas. 

Muy vinculado a  la vecería, la alternancia  en los años de la producción de frutos por algunos árboles, la población invernante de piquituertos (Loxia curvirostra)  llega en los años de máxima producción de piñas  del pino silvestre. Por el mismo motivo algunos inviernos aumenta  la presencia  de las diversas especies de zorzales (Turdus viscivorus, Turdus philomelos, Turdus iliacus, Turdus torquatus)  que junto a aquellos como el mirlo común (Turdus merula)  que permanecen todo el año, se alimentan de la cosecha de  gálbulos de las sabinas y enebros.

Jilgueros, pardillos y aláudidos  pierden el protagonismo  y lo adquieren otras pequeñas aves de hábitat forestal como: carbonero común (Parus major)  , carbonero garrapinos (Periparus ater), herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), herrerillo común (Cyanistes caeruleus), agateador europeo común (Certhia brachydactyla), trepador azul (Sitta europaea), petirrojo (Erithacus rubecula), pinzón vulgar (Fringilla coelebs).… 

Las ruinas de los edificios de las masadas, iglesia, parideras o pajares todavía ofrecen cobijo  a especies como: la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) o a la abubilla (Upupa epops) cuando llega  de Africa en la primavera y su canto se escucha junto al del cuco común (Cuculus canorus) y en los atardeceres al autillo (Otus scops), aves que la acompañan en el viaje migratorio, tanto de llegada como de regreso.

Del  interior del pinar escuchamos  a la llegada de la noche el canto del cárabo (Strix aluco). Allí también vive el  azor (Accipiter gentiles), el gavilán común (Cuculus canorus)  y alguna pareja de busardo ratonero ( buteo buteo). Otro  pájaro, el arrendajo (Garrulus glandarius), actúa de centinela  y lanza su grito cuando entramos en el bosque.

En las inaccesibles paredes de roca, aprovechando  los huecos naturales,  desde hace al menos cuarenta años  venimos observando al halcón peregrino (Falco peregrinus),  que nos lanza su estridente grito cuando nos acercamos a los posaderos. Del fondo de las cuevas en ocasiones ulula el búho real (Bubo bubo). 

A lo largo de estos años  se ha ido recuperando la población de buitre leonado (Gyps fulvus). Fauna necrófaga que estuvo a punto de desaparecer  cuando a mediados del siglo XX se intensificó el uso de la estricnina  para  eliminar  predadores (lobos y en las tierras turolenses en que este ya había desaparecido  décadas antes, el zorro)  a los que los cazadores consideraban culpables de  la reducción de fauna cinegética. Han tomado querencia en utilizar estos cantiles e incluso las copas de los pinos en la cima como posaderos para descansar y dormir, son varios cientos de ejemplares  que sin desdeñar limpiar de carroña  las laderas y los paramos, se han acostumbrado a comer en el vertedero de residuos urbanos de Teruel.

Aquella muerte silenciosa   afectó a muchas especies  sin que lo percibiéramos hasta que echamos en falta su presencia en los campos, un fenómeno que a día de hoy sufren en los grandes parques de fauna africanos en los que entran en conflicto la conservación y la ganadería.  Si bien la estricnina termino prohibida, no así otros  tóxicos como los utilizados hoy en  la agricultura intensiva. Fertilizantes químicos, plaguicidas y herbicidas como el glifosato, causan la desaparición de  fauna de vertebrado y de insectos polinizadores como mariposas, abejorros y polillas. Un fenómeno que ya denuncio en los EEUU de América   Rachel Carson en su ensayo “La primavera silenciosa” publicado en en 1962. Nuestro modelo socioeconómico destruye nuestro hogar  y  perjudica nuestra salud.

La recuperación del bosque visto desde  el exterior, y sobre todo observando las laderas de pinar silvestre,   nos muestra una masa uniforme. Sin embargo al penetrar en su interior encontramos   un ecosistema dinámico. Unos ejemplares  viejos dominan la captación de luz  y nutrientes hasta que  envejecen  o alguna perturbación como un rayo, la fuerza del viento, los daños  que le causa alguna plaga de insectos  o las cortas que nosotros infligimos,  los abaten   dejando  huecos libres para  que el reclutamiento de jóvenes  plantas aprovechan esa oportunidad para  progresar. La propia materia orgánica de la madera del árbol muerto   aporta nutrientes que ayudará a crecer a  los nuevos pobladores. Desde las partes altas de la ladera donde  se va desmembrando por la erosión el estrato de roca  hasta las partes más bajas donde se acumula el material arrastrado por la  erosión,  el suelo se va extendiendo.  La base de la ladera  con mayor profundidad y calidad del suelo, q hace treinta años dejaron de ser utilizadas como campos de cultivo, al abandonarse se sembraron de forma natural con los piñones lanzados por los árboles padre  generando el pinar joven que hoy contemplamos. La zona elevada cobija los pinos más viejos, también los más retorcidos supervivientes  de la dureza del medio físico, las raíces se extienden  en busca de las rendijas donde encontrar  un suelo más profundo, porque aquí  la erosión se lleva el suelo y la roca aflora a pocos centímetros. Junto  a ellos sobreviven guillomos  (Amelanchier ovalis) que encuentran un espacio favorable en   los canchales que se deslizan bajo  el cinglo, junto a otras especies que han encontrado cobijo al pie del risco, un refugio para algunas especies que  relícticas como el cerezo de santa lucia (Prunus mahaleb), testigos que nos ayudan  a interpretar  el tipo de vegetación que con otras condiciones ambientales dominaron en el lugar.

EL Dr. Francisco LLoret en su ensayo «la muerte de los bosques» nos indica: que la biodiversidad vegetal de un bosque contempla diferentes aspectos: las que hace referencia a sus especies -la llamada diversidad taxonómica-, la que atiende a sus conexiones evolutivas – su filogenia- y la que contempla los rasgos funcionales. Nos incide en que el concepto de biodiversidad es más complejo que el mero enunciado de un listado de especies. Los bosques con biodiversidad, aunque puntualmente domine una especie, como ocurre en este lugar, amortiguan los efectos de las fluctuaciones y proporcionar estabilidad y resiliencia. La regla general es que encontremos unas pocas especies muy abundantes y muchas especies poco abundantes.

Probablemente en la distribución de las especies, además del microclima, influye que el suelo es extraordinariamente heterogéneo, con cambios importantes en cuestión de centímetros debido a la acumulación de piedras, a la existencia de paquetes de tierra o a rincones donde se acumula más agua. También la acción humana que ha seleccionado aquellas que le reportaran más beneficio en detrimento de otras menos interesantes. Pero mantener la biodiversidad proporciona una bolsa de especies disponible para en un futuro, ante una perturbación, volver a permitir la reconstrucción.

El siglo XXI  ha llegado  con el agravamiento del calentamiento del Planeta. Es difícil negar la realidad del cambio climático que  se nos presenta con unas temperaturas que se han elevado en apenas unas décadas, así como la modificación del régimen de precipitaciones.  La gobernanza y una parte de la comunidad científica   apoyan la hipótesis de que  la liberación de CO2  por la actividad humana es la principal causa, por lo que si la reducimos lograremos  parar la tendencia.  La responsabilidad humana se deriva de la quema de combustibles fósiles desde el inicio de la revolución industrial  iniciada con la quema intensiva de carbón, seguida  del petróleo  convertido a lo largo del siglo XX como motor energético del desarrollo humano.  

Otras fuentes de la comunidad científica  y  de los movimientos sociales no niegan  la gravedad  de la crisis, pero consideran  responsables por una parte a  nuestro modelo de desarrollo   que carece  no sólo de equidad, también de responsabilidad al  incentivar el consumo de recursos, que en un sistema cerrado como es la Tierra son limitados.  Pero incorporan  otra variable , sobre la que no podemos actuar,  que son los ciclos del Planeta.

Por lo tanto hemos de modificar nuestros hábitos y nuestro modelo de desarrollo, pero también ser capaces de adaptarnos a un nuevo periodo en el que el Planeta esta modificando el clima, un proceso probablemente acelerado por la actividad humana.

Por ello  surge una crítica  al modelo de relevo que se esta imponiendo para sustituir los combustibles fósiles por  energías renovable, no exentas de impacto ambiental.  Podemos perder paisaje y biodiversidad, también identidad cultural, por la velocidad  e intensidad con la que se pretende  que amplias superficies de suelo rural con alto valor ecológico pasen a un uso industrial al instalarse grandes parques de producción de energía eólica y solar, con sus derivadas líneas de evacuación para llevar la energía  a alejadas ciudades en donde se concentra  gran parte de la población del país y los grandes polígonos industriales. 

Necesitamos  la apuesta de sustituir la energía fósil por energía renovable.  Reducir nuestra  dependencia hacia los combustibles fósiles, protagonista de la geopolítica mundial  en las últimas décadas. También responsables  de la emisión de partículas que inciden directamente en la salud  humana, e incluso de hábitat naturales  que se ven afectados por la llamada lluvia ácida que destruye hectáreas de bosque.  Con ello podemos frenar nuestra contribución a la aceleración de calentamiento global del Planeta. Pero para ello necesitamos un cambio más profundo en nuestro sistema social y económico  disminuyendo el consumo de recursos y gestionándolos  de una forma más equitativa. A su vez  es una oportunidad para democratizar la energía favoreciendo  el autoconsumo y liberando nuestra dependencia de las grandes empresas, las mismas que en su momento controlaron la era del petróleo.

La naturaleza vive en continúo cambio a los que debe adaptarse. Un proceso en ocasiones no exento de dolor,  como muestran las grandes extinciones producidos en la historia del Planeta. 

Regresamos a nuestro paisaje del entorno de la Casa Grande de Escriche. La suavidad de las temperaturas ha incrementado  la reincidencia  de los ciclos de eclosión  de población de procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa), capaces de defoliar completamente en invierno grandes manchas de pinar, principalmente Pinus nigra. Los pinos  hasta ahora son capaces de volver en primavera a cubrir de acículas sus copas para reiniciar su ciclo vegetativo y realizar la fotosíntesis, pues  la defoliación les afecta únicamente durante el periodo  de la parada vegetativa invernal.   Pero la reincidencia año tras año de la plaga, junto a la disminución de las precipitaciones y  el alargamiento de periodos de cadencia de lluvia,  van debilitado a la planta.  Bajo las copas del pinar negral han ido desarrollándose    sabinas y enebros, que frente  a la baja capacidad regenerativa del pino laricio, encuentran  una mejores condiciones de recolonización,  que además se ve favorecida en su dispersión por  los zorzales que al alimentarse de los gálbulos, no solo  extienden su siembra  al dispersarlos con su excreción, sino que favorecen su germinación tras pasar por su tracto digestivo.

Los juníperus son árboles que viven en ambientes duros, próximos a los desiertos, con escasez agua y temperaturas extremas. Crecen lentamente y aunque pueden vivir mucho tiempo, no acostumbran a hacerse grandes. No es de extrañar que a menudo se retuerzan y muestren las cicatrices de la vejez y eso despierta admiración.

A escasos kilómetros, en los rellenos terciarios del  sinclinal de Corbalán,  probablemente por unas condiciones   mas secas derivadas del sustrato de conglomerados y arcillas, se conservan amplias extensiones de viejas  sabinas albares (Juníperos thurifera), que   debieron ser más amplias cuando cubrían también los campos hoy roturados dedicados al cultivo de trigo y cebada. Probablemente su mayor respuesta  de adaptación a los extremos del  clima,  tanto en temperatura como en precipitaciones, les hace ser los elegidos para constituir los bosques del futuro en estos lugares.

Pero otras perturbaciones pueden llegar y precipitar los cambios. Incendios forestales favorecidos por la  sequía  cada año más severa, que encuentran una acumulación de combustible al reducirse su consumo.  Incluso la recuperación del proyecto  de recuperación de la aldea de Escriche para  un uso turístico puede suponer   por si misma una perturbación que derive su futuro en otra dirección. La paralización del proyecto ya ha supuesto un gran impacto ambiental dejando el lugar en ruinas, edificios a medio construir y restauraciones de dudosa credibilidad como lo es la realizada en La Casa Grande. La última actuación en el cementerio (Iglesia de la Epifanía), con el levantamiento de las tumbas, sin que hasta la fecha se conozca el lugar donde reposan los huesos y el informe que se pretendía elaborar con su estudio, ha recuperado el tejado, pero abandonada su mantenimiento e inconcluso la reforma interior, donde teóricamente deberían regresar a un osario los restos levantados con un pequeños memorial de sus nombres, actualmente esta cediendo una parte de la pared, con el riesgo si cae para el resto del edificio. Todo ello supone la pérdida del patrimonio arquitectónico histórico y tirar a la basura los varios cientos de millones de euros invertidos hasta la fecha.

Cada perturbación va acompañada de nuevas variables, que hace impredecible como será la restitución del ecosistema, en cuanto que la respuesta de la resiliencia del ecosistema encuentra diferentes rumbos en la elección.

Desde hace 10 años llevamos a cabo el seguimiento  de la población de mariposas en Castelfrío dentro del programa de ciencia ciudadana europeo, en España coordinado por   SOCEME (Sociedad Española para la Conservación y Estuvo de las Mariposas): BMS spain.  Y el año 2023 iniciamos un nuevo trayecto de seguimiento en el entorno de la Casa Grande de Escriche. 

Necesitamos varios años para poder presentar un análisis de la evolución de la población de mariposas. 

Pero durante  ese primer año de seguimiento  detectamos un total de 71 especies.  Con la presencia de una  población de  Erebia zapateri y Euphydryas desfontaini. Acompañamos un gráfico con aquellas especies observadas. La línea nos ayuda a reconocer aquellas mas abundantes.

Deja un comentario