ECONOMÍA Y ECOLOGÍA

Mi inicio en el estudio de ciencias ambientales me volcó hacia un interés más global sobre el medio ambiente. El viaje familiar  a Paris, conocer uno de los centros urbanos que deciden en el mundo, me hizo entender como se estructura el Planeta: siempre unos pocos decidiendo y a beneficio de las minorías.

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Estos días vivimos la amenaza de una gran guerra económica. Pese a que el siglo XXI debiera ser el siglo del medio ambiente, seguimos arrastrando las tendencias del siglo pasado.

El siglo XX fue el siglo de la Economía. La división del mundo obedece a criterios económicos, que han impulsado desde: la Unión Europea ratificada por el acuerdo de Maastricht de Diciembre de 1991, la caída del Muro de Berlín ó el derrumbamiento de la Europa del Este. Fijémonos, que los choques importantes entre la mayoría de los paises participantes en la cumbre de la Tierra de Río Janeiro, lo fueron por criterios económicos, pese a ser una conferencia organizada con la finalidad de proteger el medio ambiente. Ó que fenómeno sociales como la Navidad, son un hecho económico.

Antes de 1900, LA ECONOMIA nunca había tenido un papel cultura determinantes. -En el siglo XVII fue la Guerra de Religiones el hecho determinantes de la cultura, en el XVII lo fueron las Cortes Reales y en el XIX el surgimiento del Estado-Nación, producto de la revolución Burguesa-. A finales de este último siglo surge un fenómeno extensible económicamente, la industrialización, y con ello el surgimiento de la clase obrera. El colonialismo y las guerras mundiales, las crisis económicas mundiales , los totalitarismos y la bomba atómica, han sido la transición a nuestra cultura. En ella la capacidad de percepción de la gente ha estado determinada por realidades económicas (hambre y miseria, inflación, paro y carrera armamentista), pese a que en el centro de atención hubiera en disputa temas de otras naturaleza (conquistas, guerras, represión, racismo, genocidio) que agitaran los ánimos de vencedores y vencidos.

Los valores económicos han intentado traer razón, bienestar y paz a un mundo intoxicado por guerras, ideologías y abusos de poder. La economía ha sido el denominador común de la razón y el progreso, y este consenso ha logrado el comercio mundial, la ayuda al desarrollo, el fin de la guerra fría y el fomento e infraestructura de la tecnología. Pero nos hallamos ante el hecho de que la forma actual de la economía acarrea daños irreparables a la tierra y a los seres humanos que en ella viven, independientemente de las injusticias y penurias provocadas por la economía dominante, y hemos de recalcar que no es la biosfera la que tiene necesidad de ser protegida, pues no es ella la que esta en peligro, sino la supervivencia en ella del hombre.

Parece ser que están contados los bellos días del ingenuo Consenso Económico. El aumento del consumo choca con topes: “El consumo de Energía y otros recursos naturales del 10% de la población mundial más rica no puede ampliarse al restante 90% sin que la tierra sufra un colapso. Para cubrir el consumo de este 10% de la población, cada segundo, mil toneladas de tierra se pierden anegadas y arrastradas, tres mil metros cuadrados de bosque desaparecen (anualmente una superficie equivalente a Suiza y Austria juntas) y mil toneladas de gases se expulsan a la atmósfera agravando el efecto invernadero”. Ello ocasiona catástrofes locales, que se manifiestan entre otros factores por la polución en grandes núcleos urbanos, el incremento del agujero de la capa de ozono y un cambio climático que viene originando fuertes sequías y grandes lluvias torrenciales. Ante este hecho, hoy es posible plantear y un amplio sector de la población es receptivo, que el modelo socioeconómico despilfarrador del norte es causa principal de la crisis mundial del medio ambiente y que el sur se ha dado cuenta de que un desarrollo sostenible ecológicamente responde a sus intereses mas genuinos. Es necesario un replanteamiento claro y profundo y un cambio de rumbo de nuestra cultura y de nuestro orden económico, deben imponerse nuevos valores para un estado de bienestar que sea factible exportar a todo el planeta.

GLOBALIZAR, para mejorar todos. Cuanto antes asumamos las transformaciones mejores serán nuestras perspectivas de mantener en los siglos venideros los aspectos positivos y las comodidades del siglo de la economía. Bajo este criterio, los valores, que deben regir en el siglo XXI, han de ser ambientales.

Para hablar del Siglo XXI como el siglo del Medio Ambiente, ello es necesaria una nueva POLITICA DE LA TIERRA cuyo desarrollo debe basarse en: Proteger y sanar el medio ambiente GLOBALMENTE Y TRATANDO LAS CAUSAS, en vez de curar los síntomas o trasladar geográficamente los problemas. Tomar distancias ante exigencias histéricas exageradas, que impiden la percepción de prioridades y el que se forme el amplio consenso necesario para que puedan darse los drasticos pasos imprescindibles para el cambio de rumbo ecológico. Desarrollar en nuestra propia casa, OCCIDENTE, una nueva forma de economía que, sin arruinar la Tierra, puedan extenderse a 5 o 10 millones de personas. Esta nueva forma de economía debe conllevar un nuevo modelo de bienestar y ha de ser políticamente viable, de tal forma que ejerza una fuerte atracción incluso para los sectores occidentales que gozan de actual estado de bienestar y progreso. Transformar la protección del medio ambiente, que hasta ahora ha aparecido casi exclusivamente como factor de costes, en un factor de beneficios.

ECOLOGIZAR gradualmente todos los sectores de la política, de tal forma que la cultura, la ciencia y la técnica han de decir adiós a la mentalidad del saqueo. En este siglo, quien se tenga por realista ha de verse forzado a justificar que su forma de actuar contribuye al mantenimiento del Medio Ambiente, en oposición a los principios que han regido durante las últimas décadas donde las reivindicaciones en defensa de la naturaleza han sido continuamente tachadas de utópicas. Este cambio, que viene impuesto por la situación que desde el principio va a marcar el siglo XXI, “una naturaleza expoliada por el hombre amenazada en su núcleo y destruida en parte”, debe adoptar soluciones, asumir medidas que repercutirán notablemente en áreas significativas de nuestra sociedad: LA ENERGIA debe tender al ahorro y a un menor rendimiento, abandonando programas de incremento de la producción, en cuanto este no se logre en una tecnología que no impacte sobre el medio ambiente y ponga en peligro la humanidad. Debe orientarse LA POLITICA DE TRANSPORTE dejando de apoyar el transporte por carrera y apostando por el ferrocarril, en cuanto supone un ahorro energético y menores costes ambientales. LA AGRICULTURA debe recuperar el objeto de ofrecer productos sanos y el compromiso de integra su actividad en la preservación de los ecosistemas. LA SOLIDARIDAD CON EL TERCER MUNDO debe ir más allá del mero compromiso de remitir ayudas, hemos de recordar las conclusiones del Informe Brundland, que cifra desde 1985 un flujo de cuarenta mil millones de pesetas desde los países en desarrollo hacia el Norte en concepto de deudas e intereses. La ayuda del Norte se absorbe por el flujo. Se hace necesario reconocer la deuda histórica y apostar por un desarrollo integral y sostenible del Planeta como garantía de su conservación.

Lograr estos cambios de rumbo requiere un amplio camino que se inicie con una nueva legislación que adopte con rigor el deterioro ambiental, junto a políticas fiscales que penalicen el consumo de ciertos productos en beneficio de otros menos costosos ambientalmente. No obstante la responsabilidad y toma de conciencia de la población es el pilar fundamente para conseguir el fin, y este puede partir desde un consumo racional que acelere los cambios que se requieren. Hemos de recordar los últimos programes comunitarios, en especial el QUINTO, que reconceptualiza ECONOMIA Y ECOLOGIA. El medio ambiente adquiere un valor económico y pasa de ser visto un freno del desarrollo económico, a ser entendido como la base y el limite de este, en clara consonancia con la idea de DESARROLLO SOSTENIBLE, y solo puede llegarse a éste marcando limites al crecimiento. Parafraseando al Sr. Edualt Carbonell, en su libro “Aún no somos humanos” –como saben codirector de las investigaciones del yacimiento preshistorico de Atapuerca-: «nuestra especie Homo Sapiens, que ha evolucionado hacia una capacidad cerebral que le hace única entre las especies de la Tierra, debemos afrontar el reto de utilizar nuestro cerebro para aprender a ser humanos, si realmente pretendemos diferenciarnos del resto de animales y bestias».

BIBLIOGRAFÍA:

 LA ECONOMIA VERDE.- Michael Jacobs / Edit FUHEM-ICARIA (1996)

LA NUEVA CULTURA DEL AGUA – Fco. Javier Martines Gil / Edit BAKEAZ –COAGRET (1997)

MEDIO NAURAL, DESARROLLO SOSTENIBLE, PARTICIPACION SOCIAL Y JUVENIL- Jesús Casas y otros /- Edit. QUERCUS ( 1996)

ECOLOGÍA Y DESARROLLO SOSTENIBLE- Ramon Tamames / Edit ALIANZA EDITORIAL (1995)

POLÍTICA DE LA TIERRA – Ernst U. Voc Weizsäcker / Edit Sistema (1992)

EL MERCADO Y LA GLOBALIZACIÓN- Jose Luis Sanpedro / Edit Destino (2002)

AUN NO SOMOS HUMANOS –Propuesta de humanización para el tercer milenio / Edualt Carbonell / Edit. Peninsula-Atalaya (2002).

MEDIO AMBIENTE Y SOCIEDAD – la civilización industrial y los límites del Planeta – Ernest García / Edit. Alianzaensayo

LA DIVERSIDAD DE LA VIDA – Edward O. Wilson / Edit. Critica – Drakontos

CONSILIENCE – la unidad del conocimiento – Edward O. Wilson / Edit. Galaxia Gutenberg-Circulo de lectores.

LA VENGANZA DE LA TIERRA – la teoría de Gaia y el futuro de la humanidad – James Lovelock / Edit. Planeta.(2007)

ALGO NUEVO BAJO EL SOL – Historia medioambiental del mundo en el siglo XX – John R. McNeill. – Edit. Alianzaensayo.(2003)

BIOGRAFIA DEL MUNDO – DEL ORIGEN DE LA VIDA AL COLAPSO ECOLÓGICO- Jaume Terradas / Edit. Destino (2007)

LA NATURALEZA EN PELIGRO – Miguel Delibes de Castro / Edit. Temas de Hoy. (2007)

LA TIERRA HERIDA ¿que mundo heredarán nuestros hijos? – Miguel Delibes & Miguel Delibes de Castro / Edit. DESTINO imago mundi.(2007)

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