¿TURISMO RURAL EN TERUEL?

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Los paisajes de las Comarcas del Sur de Aragón son tan hermosos como variados. En todos ellos se observa la incidencia de la ganadería y la agricultura, como un patrimonio cultural que lo ha modelado.

Esta relación entre el hombre y el medio ambiente debiera ser el pilar sobre que desarrollar un Turismo Rural. Hemos de entender este como: “aquel en el que el turista busca contentarse con pasear disfrutando del paisaje y para ello busca formas preferentemente rústicas, de manutención y hospedaje, integrándose en el medio rural y siendo menos sofisticado en la demanda de servicios”. A través de él, la actividad tradicional de estos pueblos se enriquece con un nuevo recurso.

La gente que accede a disfrutar de la naturaleza, también desea convivir con la población que integra el ecosistema. Sin duda este tipo de turista aporta menos dinero, que un turismo de masas, pero también consume menos recursos (agua) y genera menos residuos (desperdicios y contaminación), por lo que aunque el balance pudiera parecer negativo, no es así, pues en estas sierras de las estribaciones meridionales del Sistema Ibérico, con no muchos recursos y con dificultad en la gestión de residuos, los costes y beneficios de un turismo de masas al final desequilibran la balanza, haciendo más rentable un turismo más reducido, que diversifica los recursos de las economías rurales y no genera una dependencia social, no precisando un elevado presupuesto para corregir los impacto ambientales que genera.

En estas comarcas localizadas en la provincia de Teruel se ha producido un alto incremento de la despoblación durante la última década del pasado siglo, que ha generado una disminución de la presión sobre el medio. Desde un punto positivo ha sido la causa de la recuperación de superficie forestal. Como aspecto negativo, es la causa de la desaparición de un paisaje antrópico, constituido por un mosaico diversidad vegetal y paisajística. Las actividades tradicionales que durante décadas se han desarrollado en estas Sierras, han sido sustituidas por un modelo de producción más intensivo, que no ha valorado los servicios ambientales que el paisaje tradicional ofrecía.

La Laguna de Gallocanta, humedal incluido por el Gobierno español en el Convenio de RAMSAR, tiene paralizado, por falta de voluntad política y presión social en su contra, el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales, que debiera dotarle de una figura legal de protección acorde al valor internacional de este enclave natural. Pese a que los agricultores han visto incrementados sus ingresos por la política agraria comunitaria y su línea de ayudas agroambientales, esto no ha supuesto una respuesta social volcada a su conservación. La presión turística, lejos de orientarse hacia un turismo de calidad, sensible con el medio ambiente, se ha visto rebosada por una masificación puntual en torno al paso migratorio de las grullas, que no permite generar estabilidad al sector y origina graves problemas en su gestión ante la falta de medios materiales y humanos para llevar a cabo un control y ordenación del mismo.

Las emblemáticas Sierras de Javalambre y Gudar, reliquias de épocas glaciares, cuyas cimas son en la actualidad islas donde ciertas especies han evolucionado a una taxonomía exclusiva, se han visto dañadas por el impacto de la construcción de pistas de esquí alpino. Ello ha acelerado el desarrollo en la Comarca de un turismo de masas que accede al reclamo de la nieve, y ha desencadenado una presión social en demanda de ampliación de la superficie esquiable, la apertura de nuevas vías de acceso desde diferentes puntos de la Comarca, sin ningún compromiso en la conservación del medio ambiente, en un territorio propuesto por el Gobierno de Aragón como Lugar de Interés Comunitario, acorde a la Directiva Hábitat. La población local, que teme que una política conservacionista suponga limitaciones a sus expectativas de desarrollo, ha paralizado el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales, que permitiría desarrollar una ordenación sostenible que hiciera compatible desarrollo y naturaleza.

Los proyectos de Regadío en torno a una agricultura intensiva, como el Canal Calanda Alcañiz, sin ninguna media de protección en el complejo endorreico-salino de las Saladas de Alcañiz, imposibilita afrontar la conservación de estos valores naturales, donde complementariamente al desarrollo de una agricultura ecológica pudiera promoverse un turismo ornitológico.

Las concentraciones parcelarias, han destrozado la diversidad de un paisaje caracterizado por su tipología de setos y ribazos, tan eficaz en el control de la erosión como en la instalación de un ecotono, con gran variedad de especies.

La ganadería de porcino, ha provocado áreas de saturación con grave riesgos en contaminación de nitratos. La falta de voluntad política en aplicar la normativa al respecto, genera que explotaciones ganaderas, se instalen sin cumplir las medidas reglamentarias, en los límites de núcleos urbanos, con el consiguiente riesgo sanitario y de calidad de vida de los habitantes de estos pueblos, que sufren problemas de olores y de contaminación, que dificultan la posibilidad de un desarrollo turístico.

Lejos de desarrollar el turismo como un recurso a añadir a la diversidad tradicional de la explotación del medio por las economías rurales, se ha generado una ruptura entre el sector primario y el de servicios. Este último ha venido a través de inversiones foráneas, desde las que se ha dotado de puestos de trabajo a la población local. La marginación de la población rural frente a la urbanización de la actividad en torno al turismo, así como la seguridad que ofrece el salario mensual frente a la incertidumbre temporal de las explotaciones agrícolas ganaderas, han generado que los sectores jóvenes de la población que debiera constituir el relevo generacional, abandonen las actividades tradicionales para engrosar la lista de camareros que prestan servicio en hoteles y restaurante.

En el futuro de esta provincia quizás ya no tiene cabida un turismo rural, al haber pedido la oportunidad de mantener su diversidad natural y cultural, mediante el desarrollo de un modelo de gestión turística que apueste por la calidad y no por la cantidad. Ello repercutirá en el futuro evolución de los paisajes de esta tierra, así como la nueva estructura social que se desarrolle en el futuro.

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Publicado el 18 Diciembre 2011 / Fortanete

Un comentario sobre “¿TURISMO RURAL EN TERUEL?

  1. Me ha gustado leer tu post aunque sea cinco años después de que lo escribieses Ángel, fundamentalmente por los personales fundamentos en que lo basas pero ojalá tu «quizás» final se quede en un mal augurio de un triste invierno.
    Yo sí creo que esos recursos, esos formidables recursos que muestras de Teruel, más otros ocultos en ellos mismos como son el silencio, la «soledad» y alguno más, posibilitan un turismo rural de calidad y sostenible que coadyuve a mitigar el camino a la extinción al que se le ha abocado a la mayor parte de la población turolense que, siento no estar de acuerdo contigo en esto, permitiría llegasen unos flujos turísticos mesurados que ya buscan este tipo de recursos naturales y gastan más en su descubrimiento y disfrute que el temido y temible turismo de masas.
    Si que es posible un turismo de naturaleza en Teruel, que todavía existe. Ojala te equivocases aquél día.

    Atenta y cordialmente, Manuel Maynar

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