Creo recordar una bicicleta en la portada del libro “lo pequeño es hermoso». Publicado en 1973 por el economista E.F. Schumacher es considerado como uno de los libros más influyentes de la segunda mitad del siglo XX por su propuestas del fomento de las «tecnologías intermedias», tecnologías que requieren menor inversión de capital y son menos exigentes en su consumo de materias primas.
Una bicicleta parecida a la que permanece aparcada en la puerta de Urgencias del Hospital de Teruel. Esta lleva alforjas para cargar ideas y proyectos, transportar reflexiones y llegar a todas partes sin humos ni ruidos. Es la bici con la que Remedios Clérigues rompe la inercia del reposo y comienza a moverse por la Ciudad.
Reme es artista. Su material de trabajo es chatarra, metralla de la última guerra civil y desechos arrojados a la basura por una sociedad consumista y derrochadora, la nuestra. Lo pone de nuevo en circulación en otro carril distinto a aquél para el que fueron creados, el de la reflexión de la búsqueda de un mundo pacifico y solidario. Fija equilibrio y dá cordura a la locura de fabricar para matar, a la de crear para tirar. Para ello cuenta con la solidaridad de amigos y familia que le apoyan en la elaboración de su obra y en el compromiso de llevar su mensaje a la sociedad.
Enredada en el año del Quijote, su último trabajo, expuesto en la Residencia Internado de Santa Emerenciana, recoge gigantas y gigantes mostrando los caminos y andanzas que el Hidalgo tomaría en el siglo XXI. Vidente, entre aquellos cegados por la alucinación de creer vivir en un mundo de sueño envuelto con papel de dinero. Una ilusión gestada por una minoría privilegiada, sobre la base del expolio y la colonización de los recursos del Planeta. Una minoría, que cierra sus puertas a aquellos que huyen de su tierra quemada por la guerra y la pobreza. De esa tierra solo parece importarnos tomar sus recursos ó verter nuestros residuos, en nada las gentes que sufren el hambre, la enfermedad, la tiranía de dictadores al servicio de ellos mismos y de occidente.
Visitada la exposición y escuchada su voz, nos toca al ciudadano continuar el camino siguiendo la senda abierta por la artista. Enfundarnos la obligación de que otro mundo es posible y en él otros valores precisan primar frente a la economía de usar y tirar. La obra de Reme, GIGANTES-DESECHOS, muestra la necesidad de dar sentido a nuestra vida, si en verdad queremos que tenga posibilidades de continuar.
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