Paseando por algunas de las sierras cercanas a Teruel, sigo emocionándome con el vuelo nupcial de una pareja de Aguila Real. Hace casi veinte años realizamos una colaboración en un censo nacional de esta especie, y aunque los resultados eran optimistas en cuanto ocupación de territorios, las conclusiones del estudio daban la alarma sobre su futuro, en cuanto que la destrucción de hábitat, expolio, caza, venenos, seguían estando presentes.
La primera vez que contemple la fortaleza y majestuosidad del vuelo en picado entre una pareja de reales, rápidas pasadas e intercambio de comida con las patas, el cortejo nupcial, fue en la década de los setenta, del siglo pasado, cuando Felix Rodríguez de la Fuente emitió sus documentales del Hombre y la Tierra en la Televisión. Nos abrió lo ojos hacia la naturaleza que teníamos a nuestro alrededor y nos despertó la curiosidad para encontrar esa biodiversidad que nos redeaba en las mismas puertas de nuestra casa.
Félix no solo nos mostró en impresionantes imágenes la variedad de los ecosistemas de la piel de toro, nos despertó inquietudes conservacionistas que fueron el germen de todos los que desde entonces incorporamos a la sociedad española el movimiento ecologista, Tímidamente al principio como grupo naturalistas o conservacionistas fuimos aprendiendo que la evolución de nuestro modelo socioeconómico, el ritmo de desarrollo y crecimiento que se imponía en el país con su modernización e incorporación al club de los países desarrollados, suponía la perdida de valores culturales y naturales que suponían una transformación del medio ambiente y si no se logra un equilibrio la desaparición de la biodiversidad.
Hace 23 años, el 14 de marzo del 1980, que Felix falleció en un trágico accidente mientras rodaba una carretera de perros de trineo en la cuna de la libertad de la naturaleza, Alaska. Su huella ha quedado plasmada no solo en el recuerdo, también los grandes cambios del compromiso social con la conservación de la naturaleza y la evolución de las administraciones públicas, que asumen planes de conservación, cuando hace apenas una década estos se realizaban de forma altruista por grupos conservacionistas. No obstante nuestra sociedad aún no ha encontrado una respuesta a los límites de su crecimiento, base a definir un desarrollo sostenible.
La sociedad sigue siendo reacia a cualquier acción que implique la paralización de su ritmo de crecimiento y aunque sensible con el medio ambiente, este sigue ocupando un segundo plano si su conservación requiere la renuncia a metas de crecimiento, aunque no sepamos porque hemos de crecer más si hemos alcanzado altas cotas de bienestar.
En verdad con Felix, se fue un líder, reconocido por todos cuyo mensaje era aceptado. Un Líder capaz de impregnar el medio ambiente como meta a incorporar en objetivos, independientemente de la ideología, capaz de trasmitir a la sociedad las bonanzas de la España Salvaje, como hoy los sectores desarrollistas nos impregnan de la bondad del crecimiento para justificar cualquier actuación que al final conlleva la desaparición de un valle bajo un pantano, la destrucción de un bosque, la contaminación de un río, la extinción de vida.
Las Comarcas de Teruel, que conservan una rica naturaleza, debido a la marginación en que ha estado en los planes de desarrollo del país, debiera valorar su situación actual para plantear su futuro con un compromiso con la sostenibilidad de los ecosistemas y de su desarrollo.