Llegan ecos sobre un crecimiento de Teruel en 100.000 habitantes, y no tengo claro si este giro repentino a la tendencia de perdida de población de esta provincia va a generarse por un crecimiento global en la misma o solamente en su capital; si sobre la base de un proyecto de desarrollo sostenible o en el desembarco de una macro-empresa.
Me preocupa un crecimiento rápido, capaz de pillarnos de sorpresa y forzarnos a incorporar medidas precipitadas, que precisen modificar un urbanismo respetuoso con el entorno, o alterar nuestro espacio ambiental perdiendo en ello calidad de vida. Los índices de consumo no siempre reflejan esta calidad de vida, existen servicios difíciles de encontrar en el mercado, que por ofrecerlos gratis la naturaleza no son menos valiosos y necesarios para nuestra vida.
Muchas veces olvidamos el esfuerzo de la población rural de esta provincial por adaptar su economía al proceso de modernización: productos de calidad vinculados a la ganadería, agricultura ó turismo rural. Y parece observarse cierta tendencia a presentar las necesidades de Teruel como aquellas que en realidad lo son exclusivamente de su capital, una ciudad que no quiere prescindir de aquellos indicadores que en occidente marcan el grado de desarrollo, aunque ello implique una apuesta ciega por un modelo no generalizable materialmente a todas las sociedades.
Entre tanta demanda de AVE y otras grandes infraestructuras, por un sector social preocupado por incorporarse al tren de vida del mundo rico, no estaría mal permitir aportar al Plan Especial Teruel, prometido por el Gobierno de la nación, las demandas y necesidades del sector de población rural, que desde hace años vienen empeñados en sacar adelante un sin fin de proyectos con los que no dejar precipitar su pueblo en el abismo del olvido y permitir otra forma de vida, que es posible para bien de todos.
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Publicado el 6 de Septiembre de 2005 – Teruel