
Mientras habla observo como en la comisura de los labios convergen las arrugas. Arrastran el sudor y desembocan en la boca donde la voz arroja la ira hirviendo por el devenir de su vida. Desgracias y dolor de la que no tiene culpa. Tampoco la tiene el objetivo de los dardos que lanza a la diana del gobierno como causante de todos sus males. Aunque no puedo negar que en todos hay una responsabilidad.
La demagogia y la mentira que arrojan a la calle los lideres de la oposición ubicados en la denominada derecha encuentran hueco en las gentes defraudadas, reafirmando su opinión contra un sistema que no lo ha acogido o los ha rechazado. Es tal la fascinación que hallan en su mensaje de provocación que son incapaces de indagar en el pasado reciente de quienes se presentan con el disfraz de ejemplaridad sin ninguna trayectoria que los avale.
No resulta fácil hacer un país. Todavía más complicado sacarlo de años de dictadura donde el miedo y la opresión reinaron como herramienta para sustentar el poder absoluto. Precisa de una sociedad comprometida en participar en la vida pública, votando en las elecciones y colaborando en organizaciones ciudadanas (asociaciones vecinales, plataformas ciudadanas, ONGs), que sustentan la necesidad de transparencia en la gestión del gobierno y compromiso en trabajar en avanzar hacía un modelo más justo y solidario, es necesario que aporten nuevas ideas y velen por el rumbo a seguir en una sociedad cambiante y diversa.
Moisés Naím escribía en su columna del periódico El País del domingo 10 de octubre su artículo titulado: ¿Bye, Bye, democracia? Nos muestra el avance de los Republicanos en manos de Donal Trump para romper las reglas de la Democracia si no les son favorable los resultados para alcanzar el poder -esta, actualmente sustentada por los Demócratas con Joe Biden como presidente legítimo-. Hace referencia a un explosivo artículo publicado en el The Washington Post por Rober Kagan -hasta el año 2016 uno de los más influyentes estrategas en política exterior del Partido Republicano- en el que reconoce la latinoamericanización de la política en EEUU. Aún con nuestra desconfianza hacía el imperialismo americano, hemos de reconocer que valoramos positivamente los cambios acaecidos en las últimas elecciones tanto como echámos en falta el talante presidencial de Barack Obama.
Un reflejo de esta situación se observa en Europa con el asentamiento de una derecha autoritaria y violenta * -la violencia verbal es un paso a la física-. No sólo es una amenaza que desestabiliza cada uno de los países donde incrementa sus cotas de poder. Debilita el proyecto de Unión Europea, en el que pendiente todavía de un largo camino para su consolidación, se sustenta nuestro estado de bienestar con grandes retos para avanzar y por supuesto logros que conservar.
Es cierto que la democracia requiere un alta financiación, es el coste de lograr una representación de una sociedad diversa. Lo es también que, en un reparto equitativo de los recursos para lograr igualdad, transparencia de la gestión o encontrar ese modelo sostenible con el medio ambiente, tiene enormes lagunas, un gran reto para los políticos elegidos para liderar y hacer país.
No sé el eco que puede tener esta entrada de este blog. Pero no puede renunciar a exponer una respuesta clara de rechazo hacía el avance de una extrema derecha que se va incorporando a los parlamentos con el voto de los ciudadanos. Sus lideres tergiversan la historia, mienten, «encabronan» a la sociedad sacándola de posturas de dialogo y tolerancia y nos acerca a un abismo al que no queremos llegar. Si nos alarma los casos de corrupción surgidos en democracia, preguntémonos como son aquellos de regímenes totalitarios sin mecanismos de control. Por supuesto no seamos ingenuos en olvidar la corrupción de este país por el entorno del golpista General Franco, capaz de desencadenar una guerra civil para ocupar esta nación como patrimonio personal. Tampoco olvidemos los casos de corrupción en la joven democracia española, coincidentes con momentos en que determinados partidos políticos han gozado de un casi poder absoluto. La investigación periodística y la garantía del derecho a la información, la implicación de asociaciones ciudadanas, la separación de poderes con una justicia «independiente»…..en resumen las garantías que aporta un sistema democrático con derechos constitucionales, han posibilitado destapar y juzgar -aún cuando sean costoso y largos los procesos- el abuso del poder en beneficio propio. Por contra quedaron inmunes los numerosos casos que se conocen del periodo de años de dictadura, y lo más grave es que hemos o queremos olvidarlo idealizando «las bondades» de esa época, como parece que son añoradas por sectores que cuestionan la actual legalidad democrática.
La todavía enorme bolsa de población ubicada fuera del sistema alimentada por la marginalidad, la emigración…. precisa de su incorporación protegiéndoles y dotándoles de derechos constitucionales como trabajo, vivienda…. educación, esta imprescindible para lograr igualdad de oportunidades. En ello están las políticas progresistas, a un ritmo mucho más lento del que quisiéramos, torpedeadas por aquellos que también forman parte del país y a quienes hemos de convencer de error de sus planteamientos. Los grandes logros en España de políticas progresistas, que nos han hecho avanzar a ser un estado moderno, democrático, consolidando la libertad, han sido boicoteados por la derecha
La insatisfacción, y el rencor de quienes el sistema ha expulsado en las sucesivas crisis y reconversiones. Aquellos que de la noche a la mañana se han visto desprovisto de un lugar en la sociedad -han perdido trabajo, vivienda, capacidad adquisitiva…- probablemente alimenta las posibilidades de que la derecha rancia siga obteniendo escaños y boicoteando un futuro sensato para nuestras vidas.
El país necesita menos insultos y más sensatez.
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*Las entradas de este blog están en continua revisión del autor. Para describir este autoritarismo y violencia, al menos verbal, de la derecha, en un principio utilice la palabra radicalización. Esta mañana tras escuchar en el programa «A vivir que son dos días» de la cadena SER la entrevista de Javier del Pino a la escritora Gloria Steinem -Premio Princesa de Asturias de comunicación y humanidades en 2021 (recomiendo escucharla a través de este podcast)- Atribuye la palabra radicalización a raíz. Es positivo este punto de vista de la palabra que sin embargo solemos vincular a posiciones reaccionarias, extremas, violentas….. Por ello he decidido desvincularla de ese aspecto negativo. Todos deberíamos ir a la raíz y ello no necesariamente implica ser autoritario ni violento..