Tropiezo con mi libro de Calificación Escolar encuadernado con tapas de tela azul. Viendo las calificaciones creo estar clasificado entre los estudiantes que hoy denominan con fracaso escolar.
No responsabilizo de ello a los docentes del Instituto Ibañez Martín. Muy al contrario agradezco a mis profesores su interés por sembrar inquietudes, formarme como persona y sentar las bases, que me han permitido continuar con mi integración social iniciada con mi familia. Su trabajo y un Sistema Público de Enseñanza, me motivó y permitió con posterioridad al periodo de mí etapa escolar concluir los ciclos pendientes a través de programas educativos de adultos. Su esfuerzo también valió para facilitar mi entrada al afortunado conjunto de población activa y para mantener una actitud crítica y reflexiva, como por ejemplo que hoy sea capaz de escribir esta columna manifestando públicamente mis opiniones.
Existen ciertos sectores de la población que manifiestan, que el nivel de los estudiantes en la actualidad es bajo. Mi experiencia me dice, que muchos de aquellos conocimientos conceptuales del programa educativo de entonces se olvidaron tan rápido como llegaron. Al mismo tiempo hay quienes consideran, que la entrada de hijos de emigrantes retrasan al resto del alumnado y desestiman el nivel humano y de formación personal, que gracias a esta situación están alcanzado estos chavales. Pocos valoran los beneficios de unas aulas multiculturales y plurietnicas a favor de una sociedad más tolerante.
La educación debiera entenderse, como la preparación de jóvenes para su incorporación a la sociedad, no solo con una orientación hacia el mundo laboral, sino primando también aspectos humanos y sociales. Sin aspirar a generar estómagos agradecidos, al contrario espíritus críticos que nos permitan mejorar como colectividad.
Según Severino Pallaruelo, profesor, escritor y reconocido investigador, así como divulgador de la etnología y de la cultura del alto Aragón, opinaba días pasados en Heraldo de Aragón: “ la verdadera democratización exige reducir las diferencias sociales, aunque el derribo de las viejas jerarquías resulte conflictivo, y para ello el acceso a la educación es pilar fundamental”.
La reforma educativa proyectada por el Gobierno ha cedido ante el proyecto contemporáneo que intenta, ante todo, instruir al hombre para poder así mantener el sistema de producción y, al mismo tiempo, ponerle al servicio de un sector de la sociedad preocupado fundamentalmente por el progreso material.
Cuando el poder adquisitivo es quien determina el acceso a las instituciones educativas y la rebaja de los presupuestos para los Centros Públicos les impide equipararse en medios a los privados, sí además se reducen becas, retornamos a estructuras sociales que creíamos localizar en el pasado.
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